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Toda Lanzarote se convierte en un decorado

Los turistas, ayudados por aplicaciones tecnológicas y el afán de notoriedad en las redes, ocupan, cada vez más, espacios naturales para lograr fotografías, con el riesgo de un deterioro progresivo

Saúl García 0 COMENTARIOS 18/01/2023 - 07:46

Alguien taló la famosa palmera tumbada de Masdache. Las causas solo se alcanzan a intuir, pero las consecuencias sí que están claras. Nadie más se subirá a la palmera para publicar una foto a las redes sociales. El lugar, dentro del paisaje natural protegido de La Geria, probablemente, deje de ser tan frecuentado. La palmera es una de las actrices principales de la Isla en Instagram. En el reparto, los Jameos o Timanfaya, son actores secundarios. Los papeles principales ahora son para Las Grietas de Montaña Blanca, la carretera del echadero de camellos o la vista de Famara desde las Peñas del Chache. También aparecen El Jardín Secreto (galardonado con el Premio Distinguidos del Turismo), los Charcones, Los Hervideros, las Cuevas de la Moza, el Volcán del Cuervo o la cima de cualquier montaña.

Los perfiles de las redes de los visitantes se alimentan de fotos de lugares insólitos, especiales o recónditos. Son miles y miles de fotos, como son miles y miles de visitantes los que acuden a lugares a los que antes no iba nadie y que no están preparados para una vista masiva. La Isla tiene nuevos hitos turísticos, nuevas imágenes icónicas, nuevos atractivos que están fuera del circuito oficial de los Centros de Arte, Cultura y Turismo y, en definitiva, de cualquier circuito.

Lanzarote cerrará la contabilidad de visitantes del último año con casi tres millones de turistas (hasta octubre llevaba más de 2,3 millones). Pero ahora se mueven por todos los rincones de la Isla. La tecnología facilita lo que la motivación reclama: rutas detalladas en redes, fotos llamativas de influencers, información a la carta y un coche al alcance de cualquiera. En las redes hay páginas que revelan la geolocalización exacta de un lugar. Basta con poner las coordenadas y el teléfono guiará hasta cualquier rincón para el que antes se necesitaba un guía con piernas, cabeza, experiencia y memoria.

La masificación es preocupante. Lo reconoce el consejero de Medio Ambiente del Cabildo, Nicolás Saavedra. Hay lugares ya desbordados, dentro de espacios protegidos y fuera de ellos. Lanzarote cuenta solo con ocho agentes de vigilancia de medio ambiente pero son insuficientes para abordar la Isla, los islotes y el mar que los rodea. “Las empresas de senderismo sí respetan, pero el que va por libre hace muchos destrozos”, señala Saavedra. “Estamos preocupadísimos”, resume.

Uno de los puntos incontrolados está en Los Hervideros. El acceso está cortado para los vehículos por un gran socavón, pero pasan los visitantes a pie y se acercan al socavón. Y son miles. Como son miles los visitantes de Caldera Blanca, un lugar en el que no hace tantos años era extraño ver a más de diez visitantes en una mañana. Otras zonas concurridas son el Volcán del Cuervo, cuyo aparcamiento casi siempre está completo e incluso hay un músico tocando a mitad de sendero, o el Charco de los Clicos.

Ante la pregunta de cuáles son los lugares que están sufriendo mayor presión en la Isla, Rainero Brandon, jefe del servicio de Medio Ambiente del Cabildo, responde: “¿Cuáles no?”. Y matiza: “El problema no es solo de Lanzarote, es de Canarias, y yo diría que de todo el mundo”. Después de la pandemia, ha habido un salto cualitativo en estas prácticas. Hay aplicaciones, como Wikilok, donde se comparten rutas a pie, estén marcadas o no estén marcadas sobre el terreno. La ruta la crea el usuario. “Una persona crea una ruta, la comparte y el resto la repite”, señala Brandon. Da lo mismo por donde sea: puede haber lugares peligrosos, accesos privados o zonas protegidas. La ruta ya está marcada. Se puede llegar incluso hasta Punta Fariones, donde hay nidos de guirres, sin tener ninguna información sobre los nidos ni sobre los guirres. “Todo el mundo se quiere hacer la foto en el sitio más especial o más complicado, que a su vez puede ser el sitio más frágil”.

Brandon destaca que la Isla necesita un proyecto para una red de senderos, no solo para los caminantes sino también para los que practican mountainbike y señala también que el mayor impacto no viene de grupos organizados. Cada fin de semana, el Consorcio de Emergencias notifica el rescate de senderistas poco experimentados en algún punto de la geografía insular. Cada vez son más. En los últimos meses, solo en la zona de Los Ajaches, en el mismo lugar, los rescatadores han tenido que intervenir hasta en cinco ocasiones.

El jefe de Medio Ambiente señala que en muchos lugares no hay señales y, si las había, las han vandalizado o arrancado. Cree que, en ocasiones, antes de sancionar hay que hacer pedagogía con alguna de las prácticas que se hacen sobre el territorio. Y dice que si hubiera más agentes se podría sancionar aún más, el doble o hasta el triple.

Las sanciones leves oscilan entre 150 y 600 euros, y si son graves pueden llegar hasta 3.000 euros. Desde el año 2017, el departamento de Medio Ambiente ha abierto 1.564 expedientes sancionadores de todo tipo (tanto leves como graves), incluidas las construcciones ilegales. En octubre de este pasado año fueron 110 expedientes, cerca de cuatro al día, casi todos ellos por faltas de carácter leve.

Las Grietas de Montaña Blanca, que ha experimentado un aumento en la presión de visitantes.

La búsqueda de fotos llamativas deteriora espacios hasta ahora sin explotar y genera riesgos

Otra cuestión que pone sobre la mesa es la necesidad de que el Gobierno de Canarias elabore unas directrices de ordenación sobre turismo activo, porque en el departamento están “desbordados”. En ocasiones tienen que hacer informes “de 20 folios para encontrar la forma de justificar la sanción, por ejemplo, de una bicicleta por un sendero por donde no puede pasar”. “Nos simplificaría los procedimientos”, destaca, ya que la ordenación insular es antigua, como es el caso del Plan insular, con más de 30 años, o directamente es inexistente, como es el caso de los planes rectores de los espacios naturales.

La atracción masiva por los espacios naturales no es solo de los visitantes, sino también de los residentes, que han optado por salir más al campo pero también por usar los espacios naturales como pista de entrenamiento para correr o para ir en bici para algunas de las decenas de pruebas programadas en el calendario. Son las propias instituciones, Cabildo o ayuntamientos, las que permiten o incluso organizan y promueven estas pruebas. La última de ellas, la I Carrera y Marcha navideña El Campesino, que transcurrió por La Geria. Las pruebas y el uso dejan, en ocasiones, un exceso de residuos pero también quitan trabajo de vigilancia. Y las hay de todas clases, por tierra, mar y aire. A pie, a caballo, en moto, quad o buggie, en escalada, en tabla de surf o a nado y en ala delta o parapente, como es el caso del Abierto Internacional de Ala Delta y Campeonato de Canarias, la última prueba realizada a principios de diciembre. “Todo el mundo viene a entrenar”.

Desde Medio Ambiente también apuntan al caso especial de la masificación de La Graciosa, cuyo puerto terminó el año con cerca de 400.000 pasajeros frente a una población de 600 personas. En La Graciosa también se dan todos los casos anteriores, además de excursiones marítimas y fondeos con y sin autorización, grupos en bicicleta o vehículos y personas que se salen de los senderos marcados. “Los agentes están divididos por zonas pero es inviable llegar a todo”, señala Brandon.

Instagrameable

Si se busca en Google “los 10 lugares más instagrameables de París”, no hay lista en la que no aparezca la Rue Cremieux. Es una calle pequeña, con casas pintadas de colores, macetas en sus puertas y cola para hacerse una foto. Los vecinos han acabado hartos del postureo y han pedido al Ayuntamiento que impida el acceso a los visitantes. Para María José Morales, profesora de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote (EUTL), este es un caso paradigmático. En primer lugar, el hecho de que exista y se use la palabra “instagrameable” ya es significativo. Y, por supuesto, también se usa para Lanzarote y para Canarias. “Esto necesita un debate y una reflexión”, dice Morales, que considera que en esta nueva moda en la que los turistas colonizan lugares que no estaban pensados para ellos, confluyen muchos factores. Por un lado, “las redes crean mímesis y un influencer es un líder”. Además, “los turistas ahora son más curiosos, quieren vivir experiencias, emociones, cosas diferentes o los retos virales, como subir a una montaña” y, probablemente, bañarse en el lago de los Jameos, como ya ha ocurrido.

“Estamos preocupadísimos”, resume el consejero de Medio Ambiente de Lanzarote

Morales cree que si los espacios son bonitos hay que poder disfrutarlos, no prohibir su acceso, pero hay que regularlo de alguna manera y hacer campañas de sensibilización no solo para los espacios protegidos sino también para los que no tienen esa categoría pero se ven afectados. Por ejemplo, Las Grietas, que son como la Rue Cremieux pero sin vecinos. Un repaso por las páginas que más espacio dedican a este lugar en Internet desvela que su gran atractivo es el de parecerse a otro lugar: son una especie de versión low cost del famoso Antelope Canyon, en Arizona. “Hay una pérdida importante del valor”, señala Morales, que cree que los visitantes que acuden allí no encuentran información en el terreno sobre cómo se formaron esas grietas, sobre su proceso geológico.

“También hay una transformación de valor”, dice la profesora de la Escuela de Turismo. Hasta ahora, además del sol y la playa, estaban claros los atractivos que ofrecía la Isla: los naturales, como los volcanes, otros como La Geria, modificados por el hombre, el patrimonio cultural y los Centros de Arte, Cultura y Turismo creados por la mano de César Manrique. Ahora se han añadido otros, y en algunos casos, la pérdida de valor es evidente.

Más allá de obtener una foto curiosa, es difícil calibrar cuál es el valor que aporta visitar la línea continua de una carretera con paisaje volcánico a ambos lados, como hacen cientos de visitantes cerca del echadero de camellos, pero también en otros puntos como la carretera de Soo o en el Caletón Blanco. “El valor, en cierto modo, deja de ser arqueológico, cultural o histórico”, explica Morales, que entiende que el nuevo motivo para visitar un espacio pueda ser un valor “válido”, pero añade que no están relacionados con “los recursos propios de un territorio”.

Dos jóvenes toman fotografías en medio de la carretera, en la zona del Caletón Blanco (Haría).

Juventud

En un mes del año pasado, el Cabildo abrió 110 expedientes sancionadores, casi cuatro al día

Para completar el cóctel, los visitantes están yendo a lugares “de los que no se sabe si pueden soportar esa carga”, sin control de accesos ni itinerarios ni tampoco aparcamientos marcados y con un uso descontrolado y masivo. No solo sucede en Las Grietas. “En las Cuevas de la Moza, como se te ocurra ir sin mucha luz, te puedes caer y te matas”, señala Morales, que cree que no se debe prohibir pero sí regular, educar y darlo a conocer: “Si no lo amas, no lo proteges”.

Por último, el sociólogo Miguel Ángel Martín Rosa ve dos cuestiones relevantes: por un lado, el componente de juventud. “La gente se acercó a los espacios naturales tras la pandemia, y se incorporaron muchos jóvenes que antes no se veían atraídos por esos lugares”, destaca. El segundo componente es que estos jóvenes se informan mayoritariamente por otros canales, por redes sociales como TikTok o Instagram, “unos canales alternativos, fuera de canales oficiales, que en realidad están dejando de ser alternativos”.

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