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Nuevos hallazgos en Rubicón, la huella de la conquista normanda

Un equipo de arqueólogas ha encontrado en el yacimiento restos de una fortificación y recintos del primer asentamiento europeo estable en el Archipiélago

Eloy Vera 0 COMENTARIOS 19/05/2022 - 05:12

Restos de una fortificación y de las casas donde se alojaron los primeros europeos que llegaron a Canarias, cerámica y monedas del siglo XV y hasta muros de tapial han ido apareciendo bajo el jable del Parque Natural de Los Ajaches después de que dos arqueólogas se empecinaran en excavar en el yacimiento de San Marcial de Rubicón en busca de los restos de los conquistadores que llegaron a Canarias a principios del siglo XV. Después de dos campañas arqueológicas y de muchas horas al sol, las investigadoras han podido confirmar lo que ya se sabía: que Rubicón fue el primer asentamiento europeo estable de las Islas. Desde allí, los normandos Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle iniciaron en 1402 la conquista señorial de Canarias, que terminó con las islas bajo el dominio de la corona de Castilla en 1496.

Con el objetivo de contribuir a “completar el conocimiento de esta etapa de la historia de Canarias”, en concreto aquel que tiene que ver con los inicios de la conquista y los primeros contactos entre la cultura europea y la aborigen, las doctoras Esther Chávez, de la Universidad de La Laguna,y María del Cristo González, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, emprendieron en 2019 una campaña de excavación en el yacimiento de San Marcial de Rubicón, en Yaiza. La idea era avanzar en el conocimiento de San Marcial de Rubicón promoviendo la investigación, conservación y protección de su patrimonio, así como su puesta en valor y difusión.

Un viaje por la historia arqueológica de Rubicón nos habla de personajes ilustres como Antonio María Manrique, que allá por 1880 visitó junto a un pastor y el cura de Femés el lugar en busca de una iglesia construida en 1402 y que dos años más tarde se convirtió en la primera sede catedral de Canarias bajo el obispado rubicense; también algunos pozos que han traído de cabeza a los arqueólogos con atribuciones fenicias, romanas y normandas y hasta los cimientos de una torre que los hermanos Serra Ráfols atribuyeron en 1960 a la torre bethencuriana.

Serán los profesores de la Universidad de La Laguna Antonio Tejera Gaspar y Eduardo Aznar Vallejo quienes a finales de los ochenta inicien una campaña para ahondar en el conocimiento del asentamiento, sobre todo de la torre y del espacio religioso que funcionó como catedral hasta que a finales del siglo XV la sede del obispado se trasladó a Gran Canaria. El templo de San Marcial acabaría en ruinas y su techumbre y altares, víctimas del saqueo perpetuado por barcos ingleses a finales del XVI.

Allá por 1485 el poblado había quedado abandonado al moverse su población a la zona de Femés huyendo de las razias que capturaban a los canarios para venderlos como esclavos. Poco a poco, el jable fue cubriendo el lugar y con ello el escenario de las historias que relatan las páginas de la crónica europea de la conquista, Le Canarien. El saqueo y el vandalismo, entre otras causas, fueron sacudiendo el yacimiento hasta caer en el olvido.

La idea de regresar a Rubicón y seguir destapando pedazos de la historia de la conquista del Archipiélago llevaba tiempo rondando las cabezas de las profesoras Esther Chávez y María del Cristo González hasta que se decidieron a viajar a Lanzarote en busca de la huella de Jean de Bethencourty Gadifer de la Salle.

“Rubicón fue un espacio de convivencia entre europeos y aborígenes”

En 2019 se inició una campaña amparada en un convenio de colaboración con las dos universidades canarias. En aquella ocasión, los trabajos fueron codirigidos por Nona Perera, actual directora general de Patrimonio Cultural. La intención era conocer la dimensión real del yacimiento y llevar a cabo un estudio geológico e hidrológico, así como un análisis técnico y de diagnóstico de la estabilidad constructiva de los pozos, una de las joyas arqueológicas del yacimiento de San Marcial de Rubicón y que más literatura científica ha generado con teorías atributivas a la cultura fenicia, romana o normanda.

Tras evacuar el agua y limpiar el barro y la basura acumulada durante décadas, “gracias a la inestimable colaboración del Ayuntamiento de Yaiza”, recalcan las investigadoras, se pudo comenzar a estudiar las estructuras de los pozos, siguiendo la metodología de la lectura estratigráfica de los paramentos. El equipo también llevó a cabo un trabajo de documentación digital, coordinado por Víctor López Menchero, de los pozos de la Cruz, San Marcial y de Las Pilas.

La arqueóloga María del Cristo González explica que uno de los objetivos era “contribuir a despejar las dudas sobre la adscripción cultural de los pozos, atendiendo respetuosamente al debate sobre si pudiera tratarse de construcciones fenicias y romanas”. De momento, aclara, “solo podemos hablar de restos de época bajomedieval, ya que no hemos constatado ningún repertorio asociado a otros momentos históricos”.Por tanto, las hipótesis invitan a pensar que son de origen normando.

Podomorfos y Tanit

En el Pozo de la Cruz se localiza una piedra con grabados de podomorfos y una marca donde algunos investigadores han visto el símbolo que representa a la diosa fenicia Tanit. Tras los estudios realizados en la zona, el equipo se inclina a pensar que se trata de la marca del cantero que trabajó en el pozo, algo muy corriente durante la Edad Media. En cuanto a la piedra con los podomorfos, creen que podría ser una piedra reutilizada procedente de algún yacimiento aborigen.

Tras excavar en lugares tan alejados de Lanzarote como Panamá, Emiratos Árabes Unidos o Turkmenistán, el especialista en arqueología de la arquitectura Miguel Ángel Hervás y miembro del equipo de investigadores que trabaja en el yacimiento llevó a cabo un trabajo de lectura de los parámetros de los pozos. Gracias a aquel estudio, María del Cristo explica que se ha podido saber que “los pozos de la Cruz y San Marcial son el resultado de un proyecto de obra previamente concebido y en cuya ejecución trabajaron canteros profesionales”.

Esther Chávez destaca, en el caso del pozo de San Marcial, que “fue un trabajo concienzudo, con sillares finamente rematados y en donde las dos cámaras se construyeron con la misma cimbra, es decir, con la misma estructura de madera en la que se apoyaban eventualmente los arcos y las bóvedas”.

Hoy se sabe, por las huellas que dejaron en las piedras, que en la construcción del pozo de San Marcial se utilizaron cinceles, sierras y hachas. Parece que se emplearon piedras de una duna fósil cercana al yacimiento y puede que también se trajeran piedras de la cercana Fuerteventura. En concreto, de una cantera de Corralejo.

En el otoño de 2021 se retomaron los trabajos. En ese momento, el equipo de arqueólogas regresó al terreno para intentar ampliar los conocimientos que los profesores Tejera y Aznar plantearon en la década de los ochenta. En esta ocasión, contaban con avances tecnológicos, con metodología propia de la prospección superficial, la prospección geofísica y la de excavación estratigráfica. Esta vez el convenio también se firmó con el Ayuntamiento de Yaiza.

Una de las excavaciones se centró en lo que los profesores de La Laguna llamaron zona fabril. Allí, el equipo de Esther y María del Cristo ha podido exhumar una serie de habitaciones, probablemente de uso doméstico, en las que todavía se conservan los pies derechos que sirvieron para apoyar los troncos que sostenían las techumbres.

En la zona apareció abundante cerámica aborigen conviviendo con cerámica traída por los expedicionarios, procedente sobre todo de la zona del Levante peninsular. A este conjunto se añaden restos metálicos y monedas del siglo XV, junto a evidencias faunísticas y de malacofauna, que incluyen restos de lapas ya extintas. Todo este repertorio está ahora en fase de estudio. “El análisis de los restos de cerámica aborigen nos va a permitir conocer cómo era la cerámica indígena que se hacía en ese momento en Lanzarote”, asegura María del Cristo.

Han aparecido restos de cerámica de la zona levantina y monedas del XV

Además de la zona fabril, el trabajo de excavación se concentró en la denominada zona 6, lo que Tejera y Aznar bautizaron como espacio de hábitat europeo. Esther explica cómo en ese lugar “apareció cerámica aborigen, pero sobre todo europea, restos de loza blanca y azul de la zona del Levante fechada entre mitad del siglo XIV y principios del XV”.

De nuevo, surgieron bajo el jable recintos en piedra y abundantes restos de metal, enormes cantidades de escoria que dan pie a pensar, apuntan las arqueólogas, “que hubiera existido una fragua en la zona”. Sería, sin duda, la primera en instalarse en Canarias.

Mientras se descubrían los restos de antiguas edificaciones, la joya de la zona esperaba oculta. Se trata de la constatación, quizá por primera vez, de la fabricación de muros de tapial en las Islas. Esta técnica consiste en levantar muros de barro y paja compactados a golpes con un pisón, rellenando un encofrado con diferentes capas.

El equipo también se detuvo en los restos que los hermanos Serra Ráfols y los investigadores de La Laguna consideraron una torre. En esta ocasión, los trabajos se centraron en descubrir el patio de la edificación. Tras retirar el sedimento superficial de tierra y arena, apareció un patio de dimensiones considerables y restos de hogares.

Las investigadoras se inclinan a pensar que los pozos son de origen normando

Cuando las arqueólogas habían perdido la esperanza de seguir encontrando más vestigios de las estructuras que pisaron Bethencourt y Gadifer apareció un muro maltrecho de 1,50 centímetros de ancho fabricado con piedras y argamasa. La posibilidad de que se tratara del recinto que cita Le Canarien empezó a planear sobre las investigadoras que no descartan que se trate de “los restos de un muro que formaría parte de un recinto cuadrado, cuyos lados son apenas visibles”.

“Futuras excavaciones nos podrán decir cómo se conecta este espacio fortificado de gran envergadura con lo que los Serra describieron como la torre bethencuriana”, señala Esther. El recinto se encuentra en lo más alto del yacimiento, una pista más para tener en cuenta a la hora de atribuir al espacio un carácter de fortificación defensiva.

Tras estas dos campañas, la profesora de Arqueología, Esther Chávez, asegura que todos estos trabajos arqueológicos en la zona vienen a confirmar lo que ya habían adelantado otros investigadores antes y es que “estamos ante el primer asentamiento europeo estable en el Atlántico”. Además, continúa explicando, “Rubicón demuestra que fue un espacio de convivencia entre europeos y aborígenes en donde debieron vivirse momentos de crisis, tensión, pactos, etcétera” y desde donde se planificó el salto a Fuerteventura para continuar con la expedición conquistadora.

Hasta Fuerteventura también se acercaron las dos investigadoras hace unas semanas para dar a conocer los trabajos arqueológicos en Rubicón en una charla organizada por la Asociación Patrimonial El Efequén. En tierras de la Maxorata aún falta por encontrar la huella de Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle, donde llegaron en 1404 dispuestos a continuar con la idea expansionista con la que arrancaron años antes en Normandía.

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