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Los primeros del búnker de radioterapia de Fuerteventura

Unos 40 pacientes han comenzado el tratamiento en la unidad satélite de oncología radioterápica de Fuerteventura desde que empezó a funcionar a finales de junio

Eloy Vera 0 COMENTARIOS 26/09/2022 - 08:14

El 23 de septiembre de 2016 unas 15.000 personas se manifestaron en Fuerteventura para exigir “una sanidad digna” después de que el hospital de la Isla se quedara sin oncólogos pasando consulta. Entre las distintas reclamaciones sanitarias, la sociedad majorera pedía una unidad de oncología radioterápica que pusiera fin a desplazamientos interminables hasta Gran Canaria para poder tratarse. Seis años después de escuchar promesas, compromisos, esperas y horas de debate en el Parlamento, 40 pacientes han iniciado su tratamiento de radioterapia en el búnker del hospital majorero.

El 29 de junio comenzó la actividad de la Unidad de Oncología Radioterápica del Hospital de Fuerteventura, una vez finalizado el proceso de calibración y acreditación del acelerador lineal por parte del Consejo de Seguridad Nuclear. Con un importe de 4,3 millones de euros, financiado con fondos europeos NextGeneration, a través del Plan de Inversión en Alta Tecnología (Inveat), y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), la nueva unidad satélite hará que unas 250 personas diagnosticadas con cáncer no tengan que seguir trasladándose hasta el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín para someterse a un tratamiento de radioterapia.

Carlos Alzaga es uno de los primeros pacientes majoreros en no tener que coger un avión para trasladarse a la isla de al lado para darse el tratamiento de radioterapia. También ha sido uno de los primeros en estrenar el búnker de oncología radioterápica de Fuerteventura. En una consulta rutinaria el pasado año, unos análisis le detectaron un alto nivel de antígeno prostático específico (PSA). Un alto nivel de PSA puede ser un signo de cáncer de próstata. En un principio, le empezaron a tratar con fármacos para ver si se bajaban los niveles. Carlos tenía programadas unas vacaciones y continuó con ellas. A su regreso, los niveles no habían bajado, sino al contrario. En noviembre, le realizaron una biopsia en la que le detectaron un ganglio pequeñito. Se empezó a hablar, entonces, de cáncer de próstata.

Carlos fue derivado al Hospital Doctor Negrín. Allí le dijeron que no hacía falta intervención quirúrgica, ni quimioterapia, pero sí un tratamiento de radioterapia. Empezó, entonces, a intentar hacerse a la idea de que le esperaban muchas horas de avión, aeropuertos y esperas. “Ir a Gran Canaria suponía un incordio”, asegura, aunque “me planteé que lo más importante era mi salud y como tal quería que me trataran cuanto antes. Si tenía que ser en Gran Canaria, cogería un apartamento”.

Sin embargo, en la consulta escuchó la palabra suerte. Los oncólogos le hablaron de que tenía “suerte” porque en breve comenzaría a funcionar un acelerador lineal en el hospital majorero, un sistema que le evitaría tener que desplazarse hasta el Doctor Negrín. “Para mí fue un premio poder darme el tratamiento a cinco minutos de mi casa”, asegura. A finales de junio comenzó con el tratamiento.

El pasado 27 de julio terminó con las 20 sesiones de radioterapia que tenía programadas. “Durante el tratamiento, he podido hacer mi vida normal, seguir yendo a la piscina y a clases de pintura o de caminatas”, cuenta. Gracias a la nueva unidad satélite de Fuerteventura, “no he tenido que romper ninguna de mis actividades del día a día”, dice.

Carlos Alzaga.

Carlos Alzaga: “Fue un premio tratarme a cinco minutos de mi casa”

“Cuanto más cerca esté la unidad de tratamiento y más accesible sea para un paciente mucho más va a mejorar la calidad de vida”, asegura Beatriz Pinar, la médico adjunta del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. Es viernes 12 de agosto. Ese día le ha tocado a ella desplazarse desde Gran Canaria para tratar y hacer seguimiento a sus pacientes majoreros. El nuevo búnker funciona como centro satélite del Doctor Negrín, de tal manera que el tratamiento y el seguimiento están coordinados por profesionales del hospital grancanario que se van desplazando hasta Fuerteventura a lo largo de la semana.

La nueva unidad satélite de Fuerteventura está formada por un personal estable compuesto por tres técnicos de radioterapia, dos enfermeras, una auxiliar de enfermería y una administrativa. A ellos se unen los oncólogos radioterápicos y los radiofísicos del Negrín que cada día de la semana se desplazan a Fuerteventura. En el caso de los oncólogos radioterápicos, el equipo lo integran 20 profesionales.

La doctora Pinar explica cómo los profesionales del Negrín “se han organizado en cinco grupos especializados, divididos por localización tumoral. Cada grupo está formado por cuatro personas. Cada día de la semana viene un especialista de una patología determinada, de tal manera que cada uno de nosotros venimos una vez cada cuatro semanas”. Desde que entró en funcionamiento la unidad satélite de Fuerteventura, el paciente majorero solo se tiene que trasladar a Gran Canaria para la primera visita, en la que se le valora y se le pauta el tratamiento a seguir. El resto de sesiones serán en Fuerteventura.

“Para que los pacientes reciban un tratamiento de calidad es importante que sean evaluados en nuestro centro. Si necesitan radioterapia externa pueden ser tratados en Fuerteventura, pero si requieren otra modalidad de radioterapia o precisan de algún tipo de tratamiento combinado, que no se puede administrar aquí, se recibe en el Negrín”, explica la doctora. Y añade: “Es importante decir que toda la población de Fuerteventura va a tener acceso a un tratamiento radioterápico de calidad y completo. No por estar en una isla periférica va a estar limitado”.

En porcentajes, se calcula que un 85 por ciento de los cánceres se pueden afrontar con el acelerador lineal de Fuerteventura. “La mayoría de los tumores se pueden tratar con este acelerador lineal”, precisa. Los cánceres más tratados en el búnker, hasta el momento, son los de mama y próstata, los dos tumores más frecuentes en la población. “Lo más normal es que se trate mama, un poco menos próstata y menos aún otras localizaciones como pulmón, cáncer de cuello o cerebral”, indica. Cada día se atienden entre 12 y 15 personas.

Desde que entró en funcionamiento, unos 40 pacientes han iniciado el tratamiento radioterápico en el centro satélite. El argentino Carlos Trubint es uno de ellos. Asegura que fue el segundo paciente en pasar por el búnker majorero. A Carlos le diagnosticaron un tumor en la próstata hace tres años. En aquel momento, era muy pequeño y solo le mandaron un seguimiento activo y chequeos cada seis meses para ver cómo iba evolucionando. Al tercer año de diagnosticarlo, los niveles se habían disparado en comparación con el año anterior. Tras manejar varias opciones, los médicos le aconsejaron comenzar un tratamiento radioterápico en Gran Canaria.

“Me dijeron que tenía que hacerme un tratamiento de radioterapia de 20 sesiones durante cuatro semanas, los cinco días, en Gran Canaria, pero les dije que no podía. Tengo mi trabajo como carpintero, mi familia y compromisos y no podía darme el lujo de cerrar el negocio e irme a Gran Canaria un mes. No producir dinero para mi negocio me perjudica”, asegura este autónomo.

Preguntó otra opción, la única rápida era recibir cuatro sesiones al día. Le avisaron que era mucho más agresivo el tratamiento de esta forma, pero no lo dudó. Su negocio no podía estar mucho tiempo cerrado. “Al ir a Gran Canaria me pusieron en la máquina, pero no lo pudieron hacer porque tenía demasiada grasa abdominal y la máquina no lo iba a leer bien. Una de dos: o me ponía a dieta o las 20 sesiones”, cuenta. Se quedó pensando. Las dos opciones eran complicadas.

A principios de este año, los doctores le dijeron que en junio comenzaría a funcionar una unidad satélite en Fuerteventura y le plantearon que si esperaba lo podía hacer en su Isla. Decidió esperar y no se arrepintió. “Me han tratado muy bien. Son encantadores. Me sentí muy cómodo”, asegura refiriéndose al personal del búnker majorero.

Carlos Trubint.

Carlos Trubint: “Me han tratado muy bien en la unidad de la Isla. Son encantadores”

La sesión diaria de un tratamiento radioterápico dura minutos. En cambio, los pacientes majoreros perdían entre tres y cinco horas de tiempo entre aviones, salas de espera en el hospital y demoras en los aeropuertos. “Ha habido muchos pacientes que no se lo han podido permitir físicamente porque tenían cierta edad o reparos para coger el avión y prefirieron quedarse allí toda la semana, pero así y todo es una ruptura con su vida habitual”, señala la doctora Beatriz Pinar.

La oncóloga radioterápica explica cómo estos desplazamientos suponen “una pérdida de calidad de vida durante el tratamiento” y explica cómo hay una relación clara entre la distancia y la abstención al tratamiento. “Que el paciente decida no tratarse simplemente por la distancia es fatal”. Y recuerda que “todos los trabajos publicados señalan que cuanto más cerca está el servicio de radioterapia menos abstenciones habrá”.

En dos horas, Luisa Acosta recibirá la novena sesión del tratamiento de radioterapia. Hace justo un año le diagnosticaron un tumor de mama. Tras operarse a principios de junio, comenzó el 4 de agosto con las sesiones de radioterapia. En total, tendrá que darse 15 sesiones. “Ahora es que me doy cuenta de la oportunidad que tenemos por tener un búnker aquí. Trasladarse a Gran Canaria para 20 minutos que dura el tratamiento es tremendo. Hasta que no pasas por este proceso, no te das cuenta de la importancia que pueden tener ciertos temas para la Isla”, sostiene.

Cuando le diagnosticaron cáncer y le dijeron que uno de los pasos a seguir para su recuperación era la radioterapia se planteó alquilar un apartamento en Gran Canaria y pasar allí la semana o coger un avión todos los días. Al final, tuvo suerte y el búnker de Fuerteventura llegó a tiempo. De su casa, en Valles de Ortega, al hospital tarda unos 30 minutos.

Durante todos estos años, ha habido voces contrarias al búnker de oncología que han puesto sobre la mesa el debate de si era rentable o no su instalación. También quienes han mostrado temor a tratarse en un centro pequeño, como el hospital majorero, alejado de los centros de referencia en oncología radioterápica. “En un principio sí sentí temor”, reconoce Luisa. “Durante la primera consulta, hablé con mi doctora del Negrín. Me dijo que no me preocupara porque todo se coordina desde Gran Canaria. La doctora me dio tanta confianza que no lo dudé”, afirma.

“Son los mismos profesionales que están en Las Palmas los que van a tratar en Fuerteventura. Lo único que cambia es que en vez de ser un acelerador lineal en Gran Canaria será un acelerador lineal en Fuerteventura. Y este es tan bueno como el de Gran Canaria”, zanja la doctora Pinar.

Luisa Acosta.

Luisa Acosta: “Trasladarse a Gran Canaria para 20 minutos es tremendo”

La manifestación del 23 de septiembre de 2016 ha sido de las más numerosas que se recuerdan en Fuerteventura. Ese día miles de personas de toda la Isla se acercaron a Puerto del Rosario para pedir mejoras sanitarias después de décadas sufriendo la falta de recursos humanos y técnicos. Rosa Hernández fue una de ellas. Le habían diagnosticado un cáncer de mama que la obligó a estar viviendo en Gran Canaria durante la operación y los tratamientos de quimioterapia y radioterapia. En total, un año.

“Me tuve que alquilar un piso allí. Mis hijas y mi marido se turnaban porque no podía estar sola. Todo aquello fue muy duro”, cuenta. “Mi vida hubiera cambiado un montón si hubiera estado funcionando el búnker de Fuerteventura”, sostiene Rosa. “Está a media hora de mi casa. Hubiera podido ir a ella y descansar; tener a la familia alrededor. Esto debería haberse hecho hace años”, manifiesta. “El día que me enteré de que el búnker empezaba a funcionar sentí un alivio por las personas que ahora están en tratamiento”. Por suerte, ya no tendrá que seguir desplazándose a Gran Canaria a consulta.

El pasado 13 de junio comenzaron en el Hospital General de Fuerteventura las consultas de seguimiento de pacientes oncológicos, evitando así los desplazamientos a Gran Canaria para las revisiones periódicas de oncología radioterápica. Los pacientes son atendidos por los mismos profesionales que los trataban en Gran Canaria. “Estoy encantada. A veces, te dan cita temprano y te tienes que ir el día antes y alquilar algo. Ahora aquí es un adelanto”, reconoce.

Los pacientes que aparecen en el reportaje hablan de “suerte” y de “premio” cuando se refieren a la unidad satélite de Fuerteventura. También de profesionalidad y del trato humano que reciben por parte de los miembros del equipo, que no paran de darles ánimo, pero, sobre todo, insiste Carlos Trubint, “te dan esperanza”.

“JACQUELINE ESTARÍA MUY CONTENTA POR EL LOGRO”

Imagen de archivo de Jacqueline Montero y Julio Vila.

El 10 de agosto de 2016 dos pacientes oncológicos, Jacqueline Montero y Julio Vila, desplegaron una pancarta a las puertas del hospital después de que Fuerteventura se quedara sin oncólogos pasando consulta. Los días siguientes volvieron a sacar la pancarta. Poco a poco, se fueron uniendo familiares, amigos y asociaciones. El 23 de septiembre unas 15.000 personas acompañaron a Julio y Jacqueline en una concentración en la que, entre otras cosas, pedían que los pacientes majoreros pudieran tratarse con radioterapia sin tener que subirse a un avión. Jacqueline y Julio fallecieron antes de que llegara el búnker de radioterapia a Fuerteventura. El marido de Jacqueline, Mario Sánchez, asegura que su mujer “hubiera estado muy contenta” de ver funcionando el búnker en la Isla, “sobre todo por la gente que lo precisa”.

A pesar de que Jacqueline ya no está, Mario ha seguido vinculado con la lucha sanitaria. Ahora, celebra que por fin los pacientes con cáncer diagnosticado puedan tratarse en la Isla. “Después de tanta demora y tantas personas que ya no están, como Julio y Jacqueline, me alegro mucho por la gente que lo pueda usar”, dice. Reconoce que es “un paso muy importante” y espera que sigan así porque “aún faltan cosas muy importantes como la ausencia de médicos cardiólogos. Espero que los políticos peleen por Fuerteventura y miren por su Isla”. “Gracias a ellos también se consiguió que hubiera oncólogos en Fuerteventura”, recuerda. Tras ocho horas de quimioterapia, “Jacqueline salía a manifestarse. Hoy, estaría muy contenta por todo el logro que se hizo”, asegura su marido.

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