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Los jueces de paz, una figura del siglo XIX con los días contados

En España hay unos 7.700 Juzgados de Paz, cinco de ellos en Fuerteventura, a los que el Ministerio de Justicia convertirá en Oficinas de Justicia en los municipios.

Eloy Vera 0 COMENTARIOS 06/04/2023 - 09:15

Francisca Betancor o Paca, como la conocen en la Isla, suele estar a las diez de la mañana en su juzgado. Lleva 29 años haciéndolo, el mismo tiempo que hace que decidió presentarse para ser jueza de paz del municipio de Tuineje. Ahora, el anteproyecto de Ley de Eficiencia Organizativa pretende sustituir los Juzgados de Paz, una figura del siglo XIX, por Oficinas de Justicia en los municipios.

Los Juzgados de Paz se crearon en 1885. Un Real Decreto de la época señalaba que “en todos los pueblos de la Monarquía en los que haya ayuntamientos, habrá juez de paz, cuyas atribuciones serán las que se determinan en la Ley de Enjuiciamiento Criminal”.

Los Juzgados de Paz asumieron, entonces, las competencias jurisdiccionales que tenían los alcaldes con el objetivo de extender la Administración de Justicia a las zonas rurales. Los jueces de paz son elegidos por la mayoría absoluta del pleno del Ayuntamiento y nombrados por el Tribunal de Justicia de cada comunidad, por un periodo de cuatro años.

Los Juzgados de Paz de Fuerteventura tienen rostro de mujer. Repartidos en todos los municipios, salvo en la capital donde se ubica el Juzgado de Primaria Instancia al que pertenecen estos juzgados, cuentan con jueza de paz. Paca es la más veterana de todas ellas. Casualidades de la vida, nació un 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

“Hace 29 años vi el anuncio y decidí presentarme para ocupar el cargo de jueza de paz de Tuineje y el pleno me eligió. Sigo porque me gusta el puesto”, explica. Y apostilla: “Las cosas tienen que gustar para hacerlas”.

Paca cuenta que, además de jueza de paz de Tuineje, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias la nombró, hace años, para sustituir al juez de paz de Antigua durante dos años. También estuvo un tiempo yendo a sustituir al Juzgado de Paz de Pájara.

Los jueces de paz son jueces legos, es decir, personas que no pertenecen a la carrera judicial. Desde hace dos siglos están al frente de los Juzgados de Paz, unos órganos unipersonales ubicados en los municipios donde no existe Juzgado de Primera Instancia e Instrucción. Asumen competencias de menor importancia tanto en el orden civil como en el penal. Además, ofrecen un servicio en materia de cooperación judicial al facilitar la comunicación de los demás órganos judiciales con los ciudadanos residentes en los municipios donde el Juzgado de Paz tiene su sede.

Estos “jueces municipales” tuvieron en el pasado bastante importancia en sus municipios. Mediaban entre los vecinos cuando había conflictos, a través de los actos de conciliación, principalmente cuando había disputas con los lindes de tierras o cuando el ganado se comía algún árbol o la siembra del vecino. La otra función se centraba en los juicios de faltas por amenazas o insultos.

Con el tiempo, se fueron vaciando dado que la jurisdicción se estaba llevando en el Juzgado. La secretaria judicial del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Puerto del Rosario, Olimpia Suárez, explica que, en la actualidad, los jueces de paz tienen “reducidas sus competencias”, fundamentalmente a “cuestiones de auxilio al Registro Civil y, por otro lado, a notificaciones”.

“Legalmente, podrían asumir otro tipo de actuaciones como conciliaciones entre particulares siempre y cuando se trate de cuantías inferiores a 2.000 euros y no pudieran verse afectadas determinadas materias, pero actualmente han quedado relegados a actos de notificación y labores de auxilio de Registro Civil”, explica.

“Ahora mismo, las funciones son las de registrar los nacimientos, defunciones, y matrimonios o entregar fe de vida, partidas de nacimiento...”, explica la jueza de paz de Tuineje. Además de ella, en su juzgado hay una persona que ejerce de tramitadora, un secretario y otra persona de auxilio judicial. “Antes sí hacíamos los juicios de faltas, pero al final se decidió pasarlos al Juzgado de Primera Instancia”, apunta.

Hasta el Juzgado de Paz llegaban conflictos porque el ganado se comía los árboles de alguien o peleas entre los vecinos. “Mediábamos a ver si se llegaba a un acuerdo. Se les aconsejaba y, al final, siempre se llegaba a un acuerdo”, recuerda.

En estos 29 años ha ido apuntando anécdotas en su cabeza. Las que recuerda con más cariño son los nacimientos. “Es muy bonito ver venir a los padres, muchos de ellos primerizos, a inscribir a sus hijos”. También le gusta oficiar los matrimonios. Paca se ha ganado buena fama como maestra de ceremonias y son muchos los que en el municipio han querido que ella oficie su matrimonio. “A la gente le gusta como hago las celebraciones de bodas”, cuenta.

Los viernes suele ser el día de bodas en el Juzgado de Paz. Ella les tiene preparada una ceremonia con lecturas y exaltación del matrimonio y el amor. “Es una ceremonia muy linda. Casi me sé de memoria el texto”, dice. “Hay mucha gente que cree que se gana dinero como jueza de paz, pero es una poquedad. Yo no estoy por eso. A mí siempre me ha gustado lidiar con las personas. Soy muy abierta”, confiesa.

Los jueces de paz antes mediaban en los conflictos vecinales y hacían juicios de faltas

Si echa la vista atrás, reconoce que de lo más orgullosa que se siente ha sido de “haber cumplido siempre”. “A las 10 estoy en el juzgado para las firmas. Siempre hay gente esperando, me siento orgullosa porque siempre lo he llevado bien y nunca he tenido una queja”.

En España hay unos 7.700 Juzgados de Paz que se transformarán en Oficinas de Justicia en los municipios, una vez se apruebe el Anteproyecto de Ley de Eficiencia Organizativa. En el anteproyecto de ley se especifica que “la Oficina de Justicia en el municipio sustituye a los Juzgados de Paz, cuya figura desaparece del ordenamiento” para “dar respuesta a la misma necesidad, pero de manera más ajustada a las actuales demandas sociales”.

A Olimpia Suárez no le gusta hablar de desaparición, pero sí reconoce que “lo que están planteando los anteproyectos de ley de Eficiencia Organizativa como de Eficiencia Procesal es una transformación del sistema y engranaje de la Justicia para que puedan funcionar adaptados más a la época”.

Explica que el juez de paz, como tal, “desaparece en la Oficina Judicial puesto que ya no tiene ningún tipo de función jurisdiccional. Un gestor pasaría a estar al cargo y adaptaría una serie de funciones para poder comunicar y facilitar la comunicación de la gente que reside en ese municipio con el propio órgano judicial”. “Serán unos Juzgados de Paz transformados y mejorados para poder ampliar el servicio al ciudadano”, explica.

Así, se podrá presentar una denuncia, hacer una declaración, incluso presentar escritos dentro del Juzgado de Paz. “Serán como unos brazos extensibles de lo que sería la oficina que estará en el Juzgado de Instancia”, añade.

La jueza de paz de Betancuria, Juana Brito (izq.) y la secretaria del Juzgado, Rosa de Vera.

Atención sin esperas

El pasado mes de noviembre el Ministerio de Justicia inauguró, en Albacete, el primer proyecto piloto de Oficina de Justicia en los municipios. En aquel momento, el secretario de Estado de Justicia, Tontxu Rodríguez, explicó que las funciones de estas oficinas irán desde asistir a un juicio por videoconferencia u obtener información sobre diferentes trámites y procedimientos judiciales, hasta contactar con las Oficinas de Asistencia a Víctimas, obtener certificados de Justicia o acceder a servicios digitales con atención personalizada gratis y sin largas esperas”.

“Se trata de acercar la Oficina Judicial de municipio a todos los ciudadanos y evitar desplazamientos incómodos que pueden afectar tanto a la huella ecológica como a la propia molestia del ciudadano”, aclara Olimpia.

“El juez de paz aporta cercanía”, sostiene la jueza de paz de Betancuria

La secretaria judicial asegura que los nuevos modelos que plantea el Ministerio de Justicia harán que, por ejemplo, una señora que vive en Betancuria pueda hacer una declaración en la propia Oficina Judicial del municipio, al tener un sistema de videoconferencia o de comunicación con el Juzgado de Instancia y se evita que tenga que trasladarse hasta Puerto del Rosario.

Las Oficinas mantendrán el número de funcionarios que hasta ahora trabajan en los Juzgados de Paz “y dependiendo del número de funciones que vaya a tener probablemente se pueda ampliar”, explica la secretaria judicial.

La comunidad autónoma de Canarias tiene competencias transferidas en materia de Justicia. Por tanto, será Canarias la que deba dotar de los medios materiales y personales a las propias oficinas. Olimpia reconoce la necesidad de que “se implanten muchos medios tecnológicos” para el correcto desarrollo de estas áreas.

La noticia apenas es conocida entre los jueces de paz de la Isla. Paca asegura que ha escuchado hablar de ella, pero poco más sabe. Juana Brito tampoco tiene mucha información sobre el tema. Llegó al cargo de jueza de paz de Betancuria en agosto pasado. Cada jueves se acerca a firmar hasta el Valle de Santa Inés, donde el Ayuntamiento cuenta con una vivienda para que también preste los servicios de Juzgado de Paz, aunque la sede judicial como tal sigue en Betancuria.

Es jueves y el reloj marca las 10 de la mañana. Juana y la secretaria del Juzgado, Rosa de Vera, despachan, firman y miran para la puerta por si apareciera alguien a quien atender. Juana cuenta que “la persona que estaba de jueza se dio de baja y se abrieron las plazas para apuntarse. Me apunté y me eligieron en el Ayuntamiento”.

Juana es un rostro muy conocido en Betancuria. Natural del Valle de Santa Inés, durante años estuvo vinculada a la política y llegó a ser teniente de alcalde. “Me siento muy orgullosa de estar como jueza de paz de mi municipio y estar para lo que haga falta. Si alguien me necesita, aquí estoy”, dice entre risas.

Deja claro que no se presentó al puesto para ganar dinero. No sabe, exactamente, ni cuánto cobra. Solo sabe que en diciembre le ingresaron 300 euros por el tiempo que estuvo el año pasado en el cargo. Defiende el papel del juez de paz, una figura que ha visto siempre en su municipio y que, a su juicio, “aportan cercanía. La gente los conoce y además ofrecen una oficina que hace que la gente no se tenga que desplazar”.

Rosa lleva desde 2007 como secretaria del Juzgado de Paz de Betancuria. Cree que el papel de juez de paz “no se ha dado tanto a conocer. Ahora para la gente es más fácil denunciar ante, por ejemplo, la Policía Local y que esta lo derive a la Guardia Civil. Antes los jueces de paz intermediaban más”, explica.

En Betancuria ven muy lejano el anteproyecto que tiene como reto convertir los Juzgados de Paz del siglo XIX en Oficinas de Justicia de municipio con todos los servicios del siglo XXI. “Es importante el cambio siempre y cuando el anteproyecto de ley ponga las herramientas en esa oficina al servicio del municipio, tanto sea de personal como en tecnologías”, sostiene Rosa. “Somos un municipio pequeño y con escaso personal y recursos. Mientras nos doten de ficha financiera y personal todo va bien, pero normalmente nos dicen que sí y luego nos dejan desamparados”, añade la secretaria. Cuando se le pregunta por el anteproyecto, Rosa responde tajante que “el papel lo aguanta todo”.

Ella y la jueza de paz del municipio se mantienen a la expectativa. “Habrá que ver cómo es la realidad. Al final, el dinero se acaba y hay que ajustarse con los funcionarios que hay porque una vez se empieza un servicio no se puede dejar”, señala. Al final, continúa hablando, “son los ayuntamientos los que se ven en la obligación de tirar de ellos con los funcionarios que tienen para prestar el servicio. Son los funcionarios y los alcaldes los que dan la cara ante los ciudadanos. Los que están en Madrid no ven a la gente, sino los despachos”.

A su lado, Juana escucha antes de volver a la conversación para defender los Juzgados de Paz. “No sé el motivo por el que quieren quitar a los jueces de paz cuando ha sido una cosa de toda la vida. Nos quieren dejar sin nada. Quieren hacer desaparecer los médicos de los pueblos, las unitarias... en vez de avanzar creo que vamos a ir a menos”.

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