CULTURA

‘Rendir los machos’: viaje a la Isla hostil, la Fuerteventura tierna

El largo de Pantaleón recorre los cines de España, tras su presentación en festivales

María Valerón 0 COMENTARIOS 17/07/2022 - 08:48

Ya ha pisado cines de Madrid, Barcelona, Girona, Huelva, Bilbao, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Valladolid, Ferrol, Logroño; aún quedan pases este mes de julio en distintas localidades de España. Conquistó en el Festival de Sevilla el Premio a la Mejor Dirección de Película Española; en el Festival de Cine L’Alternativa de Barcelona el Premio Nacional; el Premio del Público en Novos Cinemas, Festival Internacional de Cine de Pontevedra; y en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria recibió el Premio Richard Leacock a la mejor película.

El primer largometraje del cineasta grancanario David Pantaleón, producido por Volcano Films y Noodles Productions y rodado en Fuerteventura durante 2019, lleva el sello del paisaje e idiosincrasia de la Isla en una apuesta que enfrenta costumbrismo y etnografía contra cotidianidad de la cultura contemporánea. El relato del que parte Rendir los machos es, en palabras del director, “una historia clásica, repetida por los tiempos: la de Caín y Abel, la de tantas otras tramas”.

A partir del viaje que dos hermanos, enemistados entre sí, deben hacer por la Isla trasladando el ganado de su padre para satisfacer el deseo explícito que éste recoge en su testamento, la cinta recorre dualidades que se van forjando a lo largo de todo el largometraje: el enfrentamiento entre lo tradicional, de la mano de un enfoque costumbrista sobre la ganadería, y lo contemporáneo, con sus luces y sus sombras; lo místico frente a lo cotidiano; la hostilidad frente a la ternura.

“Por encima de todo, habla de la idea del amor; cómo las fricciones rompen lazos que son más importantes que todo lo demás. Para mí, el gran tema central de la película, del que subyacen otros tantos, es el amor por encima de lo material; a partir de aquí, se trata de colocar al público en un contexto de conflicto para hacer un viaje con los personajes hacia un lugar de encuentro”, explica Pantaleón, que señala que en la construcción de la historia persiguió “captar una serie de ingredientes que cerraran el círculo: Fuerteventura, los animales, el elenco... Una combinación divertida y que, mágicamente, el público está recibiendo con mucho cariño”.

Rodado en 2019, el largometraje recorre la Isla en una apuesta por retratar su paisaje e idiosincrasia

Entre los ingredientes que señala el director, el paisaje de la Isla, indica, permitía una mayor conexión con el concepto subyacente en toda la obra: “Unos personajes con un contexto muy similar a la orografía de Fuerteventura: es un espacio, a primera vista, hostil, inhóspito, duro, o, si se prefiere, poco bondadoso de primeras. Sin embargo, desde que escarbamos un poco, tanto en la Isla como en el perfil de los personajes de la película, y ahondamos en sus paisajes, en sus intimidades, empieza a surgir todo ese cariño, toda esa belleza que en todo lugar acontece”.

Orografía, identidades

Pantaleón asegura no poder separar Fuerteventura de la trama, y al ser preguntado por si la historia existía antes de acercarse a la Isla, es categórico: Rendir los machos nació, desde su primera semilla, con voluntad de gestarse en este territorio. “Me gusta empezar los trabajos pensando en un cine posible. Es más sencillo iniciar el cine en un espacio donde tienes elementos inspiradores, con las piedras angulares sobre las que construir cualquier creación”, señala.

La historia de este largometraje, cuenta Pantaleón, se viene gestando durante más de siete años: desde un primer contacto con la Feria Agrícola, Ganadera y Pesquera de Fuerteventura, a la que, posteriormente, cuenta, asistió seis o siete veces más, a darle forma al relato y al conjunto. “Cuando surgió la posibilidad real de atacar una idea para largo, pensé que aquí había algo interesante. Por eso continué visitando FEAGA y encontrando un catálogo de historias y de personajes que fueron clave para construir la película, tanto a nivel narrativo como a nivel de producción, donde fue fundamental apoyarnos en un montón de gente que no solo era del gremio del cine, sino del gremio ganadero”, señala.

Asegura que hay “inspiración absoluta en ganaderos reales” de la Isla, en escenas reales de las experiencias acumuladas en esos años de gestación: “Las historias que te van contando, las cosas que van ocurriendo, quedan como posos y cuando de pronto me planteo desarrollar un largometraje sentí que esta era la historia y me daba ilusión intentar armarla y construirla”.

"Encontré en Fuerteventura y en FEAGA un catálogo de historias que fueron clave para construir la película"

La aventura que se inició con el guion, durante un año y medio, y continuó con la búsqueda de financiación por parte de producción, para, tras el rodaje (octubre y noviembre de 2019), iniciar el montaje, mezcla y sonorización de la película, se dilató en unos tiempos que no se salvaron de la llegada de la cuarentena, en los momentos más duros de la pandemia de Covid. “Ahora vivimos las luces de la película, pero claro, en el proceso hay muchas sombras: lugares que casi entras y no entras, lugares que no interesaron finalmente a la película, un montón de ‘noes’; ahora todo es brillo. La dirección en cine es un poco jugar con los problemas que van apareciendo: en los problemas aparecen los mayores descubrimientos de la creación artística. Cómo adaptarte a eso y cómo hacer posible lo que, a veces, parece un imposible”, confiesa.

Pantaleón asegura que todo avance en su camino “es una experimentación hacia lo siguiente”: “Quiero pensar esta película como una experimentación hacia la siguiente que haga, como he sentido que todos mis trabajos previos han sido sucesivamente experimentos de lo que vino a posteriori”.

Por eso, cuenta, al chico de 26 años que salió de la Escuela de Actores y comenzó a sumergirse en la creación audiovisual y la dirección cinematográfica solo le diría que continúe su camino: “Que es el camino, que esté tranquilo, que sea feliz con las evoluciones personales de seguir creciendo, sin pensar en la velocidad de crecimiento. Que disfrute porque no sabemos a dónde vamos y tampoco nos interesa. Y que no tenga miedo a seguir probando y aprender en ese espacio de trabajo empírico de ensayo-error; que no se acomode en fórmulas preescritas, que se dé espacio a la duda y al tener miedo porque son parte de los procesos creativos”.

Hoy, algunos años más tarde, Pantaleón se define como un jugador, entendiendo que el séptimo arte, como la vida y sus acontecimientos, es un enorme juego: “Ojalá sigamos ilusionados mucho tiempo con poder echar partiditas a una y otra cosa. Ojalá siempre sepamos volver a ese punto de partida, al inicio, donde decidiste que esto era lo que querías hacer, ese sentimiento lúdico de construir algo que inicialmente solo fue un espejismo en tu imaginario”. Ojalá los espejismos de David Pantaleón siempre pueblen, como invasión de imágenes, las salas de cine de todo el país.

Añadir nuevo comentario