DESTACAMOS

Una antorcha de palabras para quemar el olvido

‘El reloj de Elwinga’ enhebra tres relatos familiares en una Europa envuelta en la II Guerra Mundial con historias cruzadas en Polonia, Alemania y Canarias

Gregorio Cabrera 0 COMENTARIOS 14/06/2022 - 06:51

Canarias nació de los volcanes. También murió en ellos. Las pendientes de la Sima de Jinámar se sumen en una chimenea volcánica de casi ochenta metros de profundidad. Se asemeja a una gran boca abierta, muda, aunque parece querer contar a gritos una historia de horror. Es el trasunto basáltico e insular de ‘El Grito’ de Munch.

Nada en el entorno del cono volcánico donde se guarece el sumidero da una idea de lo que se oculta en su interior. Camiones cargados de escombros y material de canteras de áridos quiebran el silencio en su tránsito por las estrechas carreteras de asfalto estriado, que serpentean por un maltratado entorno de gran valor geológico y natural.

Materiales de obra y desechos tapizan las laderas. La sensación de abandono y descontrol se acentúa por la presencia de neveras, sofás, neumáticos y cualquier cosa imaginable abandonada con la alevosía alentada por el desorden generalizado. Pero existe una miseria mucho mayor, inimaginable y en gran parte desconocida. Es otra muestra de desidia, en este caso en el territorio de la memoria.

Al aproximarse al centro del cráter, a las inmediaciones del abismo, el relato empieza a desplegarse como las páginas de un libro, igual que el escrito por Sandra Franco Álvarez y Juan José Monzón Gil, ‘El reloj de Elwinga’, con ilustraciones de Elena Ferrándiz. La obra enhebra tres vidas familiares drásticamente alteradas por la II Guerra Mundial, pero “unidas por un hilo invisible”. Una de las puntadas que une los retales de este triángulo biográfico es precisamente la Sima de Jinámar.

La Sima de Jinámar es una chimenea volcánica de 80 metros, símbolo de la represión y donde este libro arroja luz sobre su oscuro fondo

Sandra y Juan guardan una actitud reverencial ante el vertiginoso agujero, que parece conectar directamente con el averno. “Siempre que vengo aquí, me siento como en un templo”, recalca ella. Este libro, escrito a cuatro manos y con la tinta mezclada de dos corazones, enciende una antorcha para arrojar luz sobre una historia tan oscura como el propio fondo de la garganta de piedra.

“De la noche a la mañana, se llevaron a treinta hombres”, les explicó Josefina Expósito en su casa de Agaete sobre lo ocurrido aquel fatídico día, a caballo entre el 4 y el 5 de abril de 1937. Su destino fue el fondo de la Sima. Así que el polvo que se alza del suelo cuando alguien se aproxima a sus bordes, es el mismo que levantaron ellos y las Brigadas del Amanecer, aunque esté envuelto ahora por la polvareda de olvido y la estridencia desmemoriada que encarnan machacadoras y volquetes.

“Se llevaron a treinta hombres…” Regresamos a las palabras de Josefina, flotando entre el vapor de un café. Aquellas personas, incluido un agente municipal, también se evaporaron. Uno de aquellos infortunados fue su padre, César Expósito, de profesión carnicero en Agaete. “Su único ‘delito’, por decirlo de alguna manera, es que pertenecía al Sindicato de Oficios Varios y que al parecer se negó a sacrificar una vaca enferma de carbunco, porque sabía que su carne podría envenenar a la gente”, señala Juan José.

El animal debía pertenecer a algún gerifalte local. En cualquier caso, fueron las primeras líneas del triste cuento del carnicero sacrificado, conocido además porque era uno de los fabricantes de los afamados papahuevos que animan las fiestas del Valle de Agaete. De hecho, el Museo de la Rama conserva la figura de ‘La Negra’, una creación suya.

Juan José Monzón y Sandra Franco. Fotos: Tato Gonçalves.

Cuando Josefina habla de esto, levanta un velo de silencio impuesto durante décadas. “El régimen inculcó un miedo atroz. Las viudas ni tan siquiera se vestían de luto la mayoría de las veces. En Canarias no hubo una guerra propiamente dicha, pero sí una represión brutal, juicios sumarísimos en Las Coloradas y actos atroces”, recalca Juanjo. De hecho, comenta que “las voces más reputadas hablan de al menos 800 desapariciones, aunque otras líneas apuntan hasta 5.000”, donde se incluyen los barcos fantasmas desde los que se apotalaba a las víctimas con cuerdas y teniques. 

“Josefina tiene ahora casi noventa años y hasta hace una década no había podido hablar de esto. Se generó un silencio que permaneció durante mucho tiempo. De hecho, cuando abordas estos temas, notas que pinchas en hueso, pero luego quieren expresar su dolor”, igual que hizo otra mujer de Agaete, María Luz Dámaso, subraya Sandra.

El relato en Gran Canaria se centra en la hija de uno de los 30 hombres ‘evaporados’ de la noche al día por las Brigadas del Amanecer

Los vericuetos en los que se adentra el libro, atraviesan Polonia, Alemania y Canarias. Dan cuenta también de que el estallido de la II Guerra Mundial y la irrupción del nazismo supusieron a la vez una caída de naipes, que afectó drásticamente a la vida de millones de personas, y generó un efecto dominó que llegó hasta el archipiélago.

Las Palmas de Gran Canaria fue de hecho un nicho del nacionalsocialismo, subraya Juan José. El presidente del partido nazi en Gran Canaria se llamaba Kurt Hermann y regentaba un estudio de fotografía en la Calle Triana. Por otro lado, también guardó una estrecha vinculación con el movimiento otro súbdito alemán, Walter Jablonowsky, que vivía con su familia en la antigua carretera del Centro, en una gran casa con puertas y ventanas rojas. En su negocio, Electro Moderno, donde llegó a ondear una esvástica, se vendían los electrodomésticos y sistemas de iluminación más avanzados que se podían adquirir en Gran Canaria.

Los primeros acordes del libro hay que buscarlos en la curiosidad histórica de Juan José Monzón Gil. Usando uno de esos canarismos maravillosos, sería algo así como una persona ‘desinquieta’. En realidad, es músico de formación, profesor de Secundaria y técnico de la Consejería de Educación, además de autor de un método de timple. Pero se sale con frecuencia del pentagrama.

Solo así se explica que moviera cielo y tierra (nunca mejor dicho) para descender personalmente por el conducto de la Sima de Jinámar en el proceso de grabación del documental ‘La Sima del Olvido’. Este proyecto daba continuidad al cortometraje ‘El paseo’, Premio del Público en el ‘V Certamen de Visionaria. Conceptos de Isla’, donde tomó contacto con las asociaciones de memoria histórica.

“Yo, un niño criado en Telde, apenas sabía nada de lo ocurrido en la Sima, aunque había escuchado cosas que contaban mi madre y mi abuela”, manifiesta. En el 2016, se plantó en este volcán y sus malpaíses y se dijo a sí mismo: “Yo tengo que hacer algo”. Con la ayuda del arqueólogo Javier Velasco en la investigación y los permisos oportunos de Patrimonio Histórico del Cabildo, así como el apoyo del grupo de aventura y escalada ‘Pernoctadores’, finalmente emprendió el descenso tras meses de duras prácticas.

“Estoy estremecida, porque lo escribí pensando que esto no podría volver a pasar”, se lamenta la coautora, Sandra Franco

Así fue como un músico se transformó en espeleólogo. “Bajar es relativamente fácil, pero la subida es durísima, porque te vas resbalando en los distintos escalones. Desciendes en cuatro o cinco minutos haciendo rapel, pero subir lleva más de media hora de gran esfuerzo físico. Cuando llegas abajo, tienes que seguir caminando hasta la pendiente donde se supone que siguen enterrados los restos de las personas, entre los derrubios, incluidos los restos de voladuras que se hicieron para tratar de ocultarlo todo”, ilustra.

La Sima, en realidad, no existía. “Si hablabas de ella, corrías el riesgo de que te arrojaran por ella. No es casual que fuera un lugar oculto, como la Marfea, donde ahora está el Tritón”, la escultura que da la bienvenida a Las Palmas de Gran Canaria. “A Jinámar”, agrega, “la llamaban ‘la Rusia chica’, porque hubo ocupaciones de fincas y otros movimientos obreros, así que la quisieron convertir en un sitio y símbolo de terror, como Arucas o Tenoya”.

Homenaje instalado por el Cabildo junto a la Sima. 

Juan José Monzón, músico y profesor, se transformó en espeleólogo para descender a la garganta de piedra, enclavada en un entorno geológico y natural maltratado

Sandra, escritora, y Juanjo se conocieron en una de las proyecciones de ‘La Sima del Olvido’. Sandra poseía la experiencia de una decena de libros publicados en el género infantil y juvenil y toda su obra es una oda a la naturaleza, la amistad y la defensa de los derechos humanos. Se quedó conmovida. El libro comenzó a gestarse en ese momento, junto a los viajes a Polonia y a los campos de concentración nazis.

“Cuando escribes siempre te remueves, pero con este libro en concreto tuve que parar varias veces. Y ahora estoy estremecida, porque lo escribí pensando que esto no podría volver a pasar y lo tenemos de nuevo en la trastienda de Europa. Es el mismo perro con distinto collar. Es doblemente doloroso, porque no me lo creo”, se lamenta la narradora. Sus reflexiones otorgan mayor sentido al texto de la contraportada: “Esta novela nos viene a decir que no se tiene libertad para siempre. Hay que mimarla y defenderla todos los días”.

La gran acogida de una novela “que hace arte del corazón roto”

“Este libro es un homenaje y surge con la idea de dignificar el dolor”, afirma Sandra Franco. ‘El reloj de Elwinga’ ha tenido una gran acogida tanto en Canarias como en la Península y en diversos países del extranjero. “Nos encontramos con la sorpresa de que estamos como los más vendidos en varias categorías de Amazon”, indica. El libro cuenta además con una segunda parte, ‘Has regresado, viejo amigo’, coescrita también por Sandra y Juan José, una suerte de precuela con nuevos personajes y que abunda en la figura de Elwinga. Lo empezaron a escribir durante el confinamiento, cuando era necesario convertir en arte los corazones rotos, Sandra dixit. Ambas publicaciones pueden adquirirse en los enlaces https://amzn.to/3gvIGOG y https://amzn.to/3BDCxLO, que dirigen además a la lectura de los primeros capítulos de ‘El reloj de Elwinga’ y ‘Has regresado, viejo amigo’, respectivamente. ¿Habrá tercera entrega? Se lo preguntaremos, a ver qué nos dicen…

Añadir nuevo comentario