CULTURA

Gaspar, el artista que le recordó a Lloret que Fuerteventura no se vende

“Nos cabrea que se utilice el tema del cine para hacer otro pelotazo urbanístico”, destaca el premio Maxoarte de cinematografía y fotografía

Eloy Vera 0 COMENTARIOS 22/01/2023 - 08:51

Gaspar González, de 26 años, comenzó a interesarse por el mundo de la fotografía y el audiovisual tras ver a su madre con una cámara colgada haciendo fotos, pero fue la película La vida secreta de Walter Mitti, que vio con 16 años, la que terminó de despertarle el interés por el mundo de la comunicación y el cine.

Combatiente de diversas causas, este orfebre de las imágenes ha encontrado en el género del documental la mejor arma comunicativa para desarrollar el activismo. Con decenas de proyectos en la cabeza, sabe que buscará lugar para hacer una pieza en la que se cuenten los entresijos del proyecto del parque temático y cinematográfico Dreamland.

Con cinco años, Gaspar se bajó del avión que le acercó de Argentina a Fuerteventura. Se crió entre Caleta de Fuste y Puerto del Rosario hasta que llegó el momento de marcharse a Madrid para cumplir el sueño de estudiar Comunicación Audiovisual.

Luego, llegaron los años de formación, tiene dos másteres, uno de arte visual y educación y otro de cine documental, y el tiempo de recorrer la geografía española en busca de oportunidades laborales. Tras estar un tiempo en Tenerife, ha vuelto a Fuerteventura, donde se gana la vida como director creativo en una productora audiovisual.

No recuerda cuántos cortos ha podido dirigir desde que con 15 años empezó a hacer sus primeros experimentos. Menos recuerda el número de fotos que ha lanzado su cámara. Asegura que la fotografía es “un hobby”. Y añade que de ellas le interesan “las imágenes en las que se pueda extraer algún tipo de pensamiento y reflexión”.

Le interesa la fotografía documental, ya sea periodística o artística, pero siempre inserta en un entorno documental. “Es decir, trabajar con la realidad”, explica. Sus referentes están en la fotografía del Word Press Photo. “Hacen trabajos en los que la fotografía es un medio de expresión tremendo”, subraya.

Siente auténtica admiración por el español Emilio Morenatti. Sus referentes en Fuerteventura tienen nombres como Nadia Martín, que desarrolla de forma paralela su rama artística con la académica y periodística; Carlos de Saá, del que destaca su trabajo fotográfico Entre bambalinas, que realiza tras el telón de la Sinfónica del Palacio de Congresos mientras los artistas esperan salir al escenario, o su propia madre, Laura Gariglio, una fotógrafa de bodas, ocupada ahora en un proyecto de fotografía boudoir, enfocado a las mujeres con el objetivo de que estas se sientan identificadas con sus cuerpos reales, que se vean bonitas sin necesidad de cuerpos virales.

En el terreno de lo audiovisual, Gaspar ha hecho trabajos de ficción y piezas documentales. Explica que le interesa “el documental no tanto como producto para consumir, sino como arma comunicativa”. “Eso es lo que me llevó, en un principio, al cine. La capacidad que tiene para transmitir un mensaje y una idea a través de las emociones”.

En el audiovisual ha encontrado la mejor herramienta para trasladar el mensaje activista. No sabe de dónde viene su interés por denunciar las injusticias que azotan en el siglo XXI, pero sí tiene claro que “estamos rodeados de situaciones injustas y desiguales”. Como director de cine documental le interesa utilizar el género con claras inclinaciones hacia el activismo.

“A nivel comunicativo, me interesan aquellas cosas que vea o focalice que son especialmente injustas”. De todas ellas, siente especial interés por el tema del animalismo y la lucha animalista. En Fuerteventura, ha encontrado batallas en las que poder desarrollar el activismo y situaciones que poder documentar. Asegura que la Isla es “un resumen de un millón de cosas que están candentes y en bruto”.

Es un lugar, insiste, “donde ocurren historias muy ruralistas y muy agarradas en el tiempo. Hay personas de toda la vida que tienen unas vivencias de mundos muy ajenos al que vivimos hoy día” que chocan con “situaciones súper globalizadas, como un coworking en Corralejo con la imagen de Steve Jobs”.

La Isla es un contenedor de imágenes anacrónicas y eso es, según el artista, “lo más potente que hay en Fuerteventura. Es importante tenerlo en cuenta porque al final el imperialismo lo devora todo. La globalización y el imperialismo son nuevas formas de colonialismo. No se puede dejar que todo eso arrase. No se puede explotar Fuerteventura y dejarla como algo impersonal”, insiste.

“No hace falta un proyecto descomunal para crear un par de aulas”

El joven defiende la necesidad de trabajar para evitar que se pierdan las identidades, realzar desde el objetivo de la cámara las historias de antes, las de toda la vida, y evitar así que las identidades del lugar acaben difuminándose. “Como persona de Fuerteventura me interesa mucho Canarias y todo el despertar que está habiendo en la lucha por el territorio, la conservación histórica y territorial y el cuidado de la naturaleza”, explica. Y agrega: “Es un tema en el que voy a seguir trabajando”.

Su currículo suma puestos como videógrafo de eventos, asistente de fotografía, asistente de dirección, trabajos como director del departamento de video en empresas de publicidad... y varios reconocimientos. El último ha llegado a través del certamen Maxoarte, que organiza la Consejería de Educación y Juventud del Cabildo majorero. El pasado mes de diciembre recibió tres premios. Dos en la modalidad de fotografía, individual y en serie, y el premio de cinematografía.

El jurado premió una foto de Gaspar en la que aparecen en imagen un señor mayor en paralelo a un niño pequeño. Ambos se dan la espalda. “No sé qué significa, pero guarda mucha fuerza poética y eso para mí es lo que me interesa”, explica. El otro premio de fotografía fue por un conjunto de seis fotografías sobre diferentes manifestaciones en las que estuvo involucrado o, simplemente, acudió por interés periodístico-artístico para cubrirlas. En ellas hay fotos de la marcha feminista, concentraciones por el procés de Cataluña en 2019 y manifestaciones animalistas.

Durante el tiempo que vivió en Tenerife siguió de cerca las manifestaciones en contra del macroproyecto turístico del puertito de Adeje. Un día fue a una asamblea de activistas y grabó. Luego, tomó imágenes del entorno y empezó a trabajar la idea de realizar un corto documental, o semirreportaje, sobre lo que estaba pasando en esta zona del sur de la Isla. “Fue un proyecto que me llevó un tiempo editar. Lo lancé en la época en la que hubo las manifestaciones en Tenerife sobre este tema. Se compartió mucho”, recuerda. El trabajo llevó por título Se vende una isla.

Gaspar versus Lloret

El pasado 22 de diciembre Gaspar acudió a la gala de entrega de los premios Maxoarte en el Palacio de Formación y Congresos. La suerte hizo que el premio se lo entregara el presidente del Cabildo, Sergio Lloret, con cuyo voto de calidad salió adelante la declaración de Dreamland como proyecto de interés insular. “Nos dimos la mano y cuando me entregó el premio le dije que el siguiente cortometraje iba a ser para él, refiriéndome a que iba a ser para todo lo que está pasando con Dreamland y, en concreto, las políticas que está habiendo en cuanto a ese tema”, comenta el artista. Luego, Gaspar volvió a su sitio.

La sorpresa de la noche no fueron los premiados, sino la intervención del presidente Lloret que llegó a cambiar el título del corto por el de “Fuerteventura no se vende”. En un contexto en el que se premiaba la creatividad de los jóvenes, se dirigió a uno de ellos, Gaspar, para decirle “por supuesto, que nuestra isla no se vende”. A partir de ahí, comenzó un discurso en el que daba cuenta de sus logros políticos de los últimos días y lanzaba frases como: “Vamos a compatibilizar la preservación del territorio con generar oportunidades”.

Según Gaspar, “fue un discurso completamente fuera de lugar. Muy partidista e innecesario alrededor de la política que estaba ocurriendo esos días, sobre todo en un contexto de premios a la juventud”. “No tuve la posibilidad de réplica. Ni se estaba dando una relación de poderes iguales. Yo era un chaval y él es el presidente del Cabildo. Fue algo violento, pero por suerte sé que lo que estaba haciendo era el ridículo. A nivel personal no me afectó, sino al contrario, estaba sintiendo que estaba quedando en evidencia”, manifiesta.

El joven asegura que no le guarda rencor. “No me lo tomo a nivel personal”, pero si se lo vuelve a encontrar “le diría que es evidente que no tiene ningún tipo de conciencia social, tanto por los proyectos que está llevando a cabo como por la respuesta que está teniendo con el resto del gobierno y la que está llevando a cabo con la ciudadanía. Me resulta una persona totalmente desconectada con los problemas actuales”.

Gaspar es uno de los profesionales que trabaja en el sector audiovisual en Fuerteventura. Por tanto, tiene mucho que decir sobre el proyecto temático y cinematográfico Dreamland, cuyos promotores quieren construir a 400 metros del Parque Natural de las Dunas de Corralejo. “Nuestro sector está bastante cabreado. No he conocido a nadie de nuestro círculo que esté a favor. Sin tener en cuenta los temas medioambientales y solamente a nivel económico, vemos que con el proyecto no va a haber una repercusión directa laboral ni académica sobre el tema audiovisual en Fuerteventura ni en Canarias. No creo que nos vaya a beneficiar en nada y nos cabrea que se utilice el tema del cine como motivo para hacer otro pelotazo urbanístico”.

Proyecto ganador de Gaspar González.

“El cine puede dar mucho dinero y ser una industria sostenible si se hace bien”

Los promotores de lo que para algunos ya es “el Hollywood de Fuerteventura” planean urbanizar 160.001 metros cuadrados de suelo rústico, para construir edificios que llegarían a superar los 24 metros de altura. Gaspar insiste en que “la gran fuerza” que tiene Fuerteventura para el mundo del cine es el paisaje. “Si han venido a grabar aquí es porque es espectacular y porque es único”, recuerda.

El joven se ha formado como localizador, una figura del mundo del cine que busca espacios naturales y artificiales para filmar. Asegura que a “Fuerteventura vienen por sus espacios naturales espectaculares y desérticos. Si se construye, debemos tener claro que toda una zona de la Isla va a dejar de utilizarse para rodar. En Corralejo, ya no se va a rodar más. Es un plató de cine natural, pero vamos a construir platós artificiales en lugares vírgenes. Es ridículo”.

“El cine puede ser una industria sostenible que dé mucho dinero y, si realmente se hace bien, puede tener muy poco impacto”, insiste. Y añade que se está yendo en dirección contraria a “los nuevos modelos de cine que apuestan por unas figuras de conservación y de protección. Vamos a destruir un paraje natural y vamos a ser el hazmerreír de la industria del cine europea” y todo eso sin que haya “una repercusión real a nivel laboral”.

Los promotores del proyecto no se cansan de asegurar que Dreamland trae bajo el brazo un abanico de posibilidades para que los jóvenes se formen en el sector audiovisual y de videojuegos. “Ese es un argumento manido”, les contesta el joven cineasta. Y les recuerda que para dar clases de formación “no se necesita mucho. Hay muchos lugares de Fuerteventura donde se pueden implementar escuelas, por ejemplo, el Parque Tecnológico. No hace falta construir un proyecto descomunal para meter un par de aulas”.

En la cabeza de Gaspar se amontonan las ideas y proyectos. Algunos de ellos tendrán que esperar. Ahora está pensando la idea de sacar adelante un proyecto audiovisual que “investigue y dé voz a lo que realmente está pasando con Dreamland”. “Queremos divulgar y concienciar”, dice.

Mientras llega el momento, trabaja en un proyecto de fotografía que ha bautizado La piel de Fuerteventura, un conjunto de imágenes en las que retrata el paisaje agresivo de la Isla, un proyecto donde aparece una isla con “un paisaje a flor de piel, vulnerable con el sol y las inclemencias del tiempo”. No sabe si su futuro laboral estará en la Isla. Tal vez, en otro lugar de Canarias, pero “siempre estará vinculado a las historias de Fuerteventura”. Mientras, su objetivo seguirá haciendo fotografías o grabando pancartas escritas a rotulador en las que se lee “Fuerteventura no se vende”.

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