CULTURA

El crimen de las hermanas Cruz en quince escenas

Emilio Fernández Batista escribe ‘Cuando la justicia dormía’, la historia de este crimen que sacudió a la sociedad lanzaroteña, del que se cumple un siglo, en forma de obra de teatro

Foto: Adriel Perdomo.
Saúl García 0 COMENTARIOS 10/11/2019 - 08:01

En mayo de este año se cumplieron cien años de uno de los peores crímenes de la historia contemporánea de la Isla: el de María y Petra Cruz, las hermanas de Teseguite. El crimen, o los crímenes, se quedaron pegados a la conciencia insular por la injusticia añadida a los hechos. Durante muchos años esa memoria se transmitió de forma oral.

Después el periodista José Luis Morales publicó en Interviú un reportaje, muy compartido antes de que existieran las redes sociales, y de repente han nacido tres libros sobre esta historia.

Concha de Ganzo publicó El crimen de las hermanas Cruz como una novela, Antonio Betancor Rodríguez publicó El caso de las Hermanas María y Petra Cruz en forma de crónica y, finalmente, el último ha sido Emilio Fernández Batista, quien se ha decidido por convertir la historia en una obra de teatro.

El libro se llama Cuando la justicia dormía, con el subtítulo: Una obra basada en el crimen de las hermanas Cruz Bello. “Me interesa todo lo que sea nuestro”, dice el autor sobre lo que le impulsó para ponerse a escribir esta historia. “Todo lo cercano, para conocernos mejor y saber de dónde venimos, porque siempre se puede averiguar algo más”.

Alega que durante todos estos años ha habido muy poca información: “Si han pasado cien años y nadie sabía nada, es que hay falta de interés”. Pensó en convertir la historia en teatro por este motivo. “En la isla hay pocos lectores, no se lee mucho, y pensé que quedaría bien una obra de teatro para que la gente que no va a leer también pueda saber lo que pasó”.

En cualquier caso, ha tenido que recrear gran parte de la historia. “Le damos voz a aquello que pudieron decir”, subraya. Ya hay gente trabajando para representar la obra La historia ya es conocida.

Tanto María como Petra Cruz eran mujeres que vivían solas y sabían leer y escribir. “Petra era muy adelantada para la época, no la querían por espabilada”, señala.

Tres jóvenes, Marcos Concepción, Tomás Valiente y Luis Hernández, que trabajaban para los caciques del momento, asesinaron a María en su casa. El motivo, dice Emilio, no está claro, pero puede estar relacionado con un rumor que se extendió y que consistía en que el marido, que se había marchado, había dejado unas 300 pesetas en la casa para que las guardara. “No era verdad pero era mucho dinero”.

Cree Emilio que ese pudo ser el detonante. Aun así, lo peor estaba por llegar. Sin pruebas y en contra de toda lógica, se culpó a su propia hermana, que fue encarcelada, y en la cárcel sufrió tantas vejaciones, torturas y violaciones, que acabó muriendo poco tiempo después. “Nunca confesó y eso que la tiraron a un aljibe -señala- , fue perdiendo el tino, y ni comer comía”.

Emilio se documentó principalmente en el Archivo de Teguise. Asegura que sí hubo un libro previo que recogió esta historia y se publicó en los años treinta, pero que fue quemado por orden del cura de Arrecife.

Pensó en convertir la historia en teatro por este motivo: “En la Isla hay pocos lectores, no se lee mucho, y pensé que quedaría bien una obra de teatro para que la gente que no va a leer también pueda saber lo que pasó”

Dice que esos tres jóvenes “eran los gallos de la comarca” y que uno confesó en una carta, fueron condenados pero después fueron indultados por Primo de Rivera. Señala que hay descendientes de todos, de las fallecidas y de los asesinos.

Asegura que no quiso investigar más porque no se trata de buscar culpables de entre esas familias y recuerda que “mucha gente en aquella época calló por miedo, para no quedarse sin “las tierras de media”. “Tenían miedo y es normal”, dice.

El autor es trabajador municipal en Tías, ha estado estudiando Derecho, tiene tres poemarios y una novela que publicó el año pasado, Tarajales rojos, también con Círculo Rojo. Dice que en esta historia “hay muchos elementos que no debemos olvidar nunca” como el hecho de que no se puede dar la espalda a un inocente por comodidad y que no se pueden permitir injusticias por guardar silencio. “No podemos comportarnos como animales”, sentencia.

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