0 COMENTARIOS 30/01/2022 - 08:04

Tras un año 2020, marcado por el susto, y otro, 2021, definido a través del sufrimiento y la incertidumbre, el año nuevo debería ofrecer algo de reposo y certeza. El mundo lo necesita, en particular el mundo desarrollado, que ha visto sucumbir la comodidad en la que se había instalado tras el duro golpe provocado por la Gran Recesión de la década anterior. En Canarias, este 2022 aparece como un ejercicio decisivo, porque a todas las circunstancias conocidas añade la coincidencia con un año preelectoral, que mide tendencias y permite alumbrar algunos movimientos posibles en el futuro. Esto, si lo medimos en términos globales, es una minucia, la preparación discursiva y logística de unos comicios en un archipiélago lejano, atlántico y europeo, poblado por más de dos millones de habitantes. Pero para los asuntos públicos de esta tierra estamos en un momento decisivo, que puede consolidar tendencias o desmontarlas, y que además se mueve en el margen estrecho que depara la propia coyuntura política de Canarias. Porque la mayoría actual pende de un hilo y su alternativa también.

El actual Ejecutivo canario ha resistido los embates de una situación caótica por acumulación de acontecimientos adversos. Ello le ha permitido (es el único beneficio) construir un relato amparado en la figura del presidente, un hombre que no pierde la cara en los momentos difíciles (incendios, crisis de empresas turísticas, eventos metereológicos adversos, pandemia y, de postre, una erupción volcánica de gran porte), pero no es menos cierto que no hay paraguas que aguante tanto tiempo lloviendo. Tampoco el de Ángel Víctor Torres es irrompible. Por el camino, el Pacto de las Flores se ha dejado casi todo su discurso reformista y moralizante, y ha visto dañada la credibilidad de su mensaje social, sea por la gestión misma o por el relato sobre la gestión, o también porque esa frase hecha, “no vamos a dejar a nadie atrás”, parece claramente agotada.

Sea como fuere, el Ejecutivo de izquierdas (lo es más en su etiqueta que en sus políticas) necesita un año de cierta tranquilidad para hacer visibles sus afanes de continuidad, porque los números podrían resultar insuficientes más allá de 2023. No olvidemos que los resultados del PSOE en los comicios de 2019 situaron las siglas socialistas casi en máximos de su historia electoral en Canarias, de modo que la organización liderada por Torres tiene, por un lado, una posición muy sólida, pero al mismo tiempo su capacidad para crecer es limitada. Para hacerlo tendría que proyectarse más allá del eje izquierda-derecha que parece dominar de nuevo la política española (eso, para los que decían que las ideologías han muerto), cuestión harto complicada en la era de la polarización. El presidente canario puede vender, eso sí, fiabilidad y firmeza, pero para lograrlo necesita, más que nadie, un tiempo de respiro con el que visualizar los resultados de su esfuerzo. y tiene que ser ahora. Más allá de este año 2022, no habría tiempo.

Los socios del Ejecutivo progresista tienen motivos para estar ocupados y/o preocupados. Todo es incertidumbre en el espacio a la izquierda del PSOE, porque Podemos tanto puede revitalizarse de la mano de los movimientos articulados por Yolanda Díaz (la líder que más expectativas ha generado con menos bases solventes) como diluirse en una cierta irrelevancia derivada de su propia implosión, algo que no resultaría nuevo en la política española y canaria. En cuanto a Nueva Canarias, su problema, la dificultad extrema para crecer en otras islas y sostener su posición en Gran Canaria, tiene carácter estructural. Completada la travesía del desierto tras la salida de CC, la organización liderada por Román Rodríguez, por la que nadie daba un duro hace unos años, ha alcanzado la Tierra Prometida del poder autonómico para descubrir acto seguido que en política el que resiste gana, pero igual gana por un tiempo muy limitado. Su peso, más cualitativo que numérico, es decisivo en una mayoría de izquierdas, pero para ello es necesario que tal mayoría sea posible. Y lo que puede perder NC lo ganaría a su vez el PSOE, en una especie de juego político de suma cero.

A resistir está aprendiendo Coalición Canaria. A marchas forzadas, porque la oposición es un espacio áspero para quienes solo conocieron la comodidad del poder, que es un zapato mucho más holgado incluso en tiempos difíciles. Hay una cosa que decir en favor de los nacionalistas: desafiando los pronósticos prematuros, no se han desplomado por la pérdida del Gobierno autonómico y varios cabildos y ayuntamientos de relieve. Y otra debe constar en el debe: su praxis política del último año y medio, superado el desconcierto inicial y con la pandemia como telón de fondo, ignora la evidencia de que el mundo ha cambiado, que la política española ya no es ni será la misma en bastante tiempo, y que por tanto mantener el discurso dominante hace una década, Madrid nos maltrata y sobre todo lo hace con los socialistas en la Moncloa, supone apelar a la nostalgia como argumento para el futuro. Más de lo mismo, en definitiva.

En el fondo, CC lo que quiere es regresar a 2018, el tiempo en el que las cosas tenían sentido, cuando el presidente Fernando Clavijo gobernaba las Islas con una minoría sostenida por el PP y Rajoy aprobaba presupuestos en Madrid validados por la representación nacionalista canaria. Sánchez y su moción de censura acabaron con aquello, pero más importante es todo lo que ha ocurrido después, básicamente la aparición de Vox, porque ya no es solo que el escenario político español ha cambiado, es que también han cambiado sus protagonistas. Y el PP ya no será más el de 2018, sino que ahora es un PP condicionado por Vox, por su discurso reaccionario. CC hace sus propias cábalas y confía en cuadrar una futura mayoría de tendencia conservadora. Pero la ultraderecha ya estará en esa ecuación, porque estará en el próximo Parlamento, y tal circunstancia, esto lo dijo Iván Redondo en su estelar conferencia de hace un mes, puede condicionar la configuración de mayorías políticas en las Islas.

Prepárense para vivir un 2022 marcado por los giros de guion, al estilo de las series que hacen fortuna en este tiempo. ¿No dicen que Canarias es el paraíso de los rodajes? Parece que tendremos material para sufrir... y entretenernos.

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