Marcial Morales

Isla de Lobos, una ‘joya natural’ que debemos mimar

Recuerdo de niño, como una aventura que sucedía todos los veranos, atravesar en barco ‘de dos proas’, con el oleaje del Rio metiendo buches de agua en el barquillo, el brazo de mar que separa Corralejo de ‘La Isleta’ -como la llamaba la gente del norte- para pasar un día de playa, entre El Puertito y La Concha (que, el otro día, descubrimos se llama La Calera), de solajero y de paella de Antoñito el Farero, el personaje que, con Josefina Pla, dio identidad a este islote apenas habitado por su familia y algunos pescadores.

Con Pedro Morera y El Sorguiña, Lobos pasó a ser excursión ‘obligada’ para buena parte de los visitantes de Fuerteventura. Llegarían más tarde el restaurante de Andrés y las embarcaciones El Majorero, Celia Cruz e Isla de Lobos. Uno y otros han acogido y dado servicio a centenares de miles de personas que, a lo largo de varias décadas, han podido disfrutar de la naturaleza y el paisaje áridos de este Parque Natural enclavado en el Municipio de La Oliva, de apenas 6 kilómetros cuadrados de territorio, propiedad del Estado (después de haber pasado por distintas manos privadas) y gestionado por el Cabildo de Fuerteventura.

A partir del año 2012, además, pasado el inicial escepticismo -y hasta la broma de algunos-, el descubrimiento y posteriores campañas de excavación de los yacimientos que se encuentran en el suroeste de la isla acreditan la presencia del Imperio Romano en Canarias y añaden un alto valor cultural y turístico a este enclave.

Con los años, su atractivo no ha dejado de crecer. Una decena de embarcaciones neumáticas se han ido sumando al transporte de personas desde Corralejo hasta el islote, llegan excursiones regulares desde Lanzarote… Un proceso que da como resultado que, especialmente en los meses de verano, sumen una media de centenares las personas que se dan cita, en simultáneo, en la franja de costa que va desde El Puertito hasta la playa (a la que la mayoría sigue llamando La Concha), pasando por el muelle, titularidad de la Autoridad Portuaria de Las Palmas.

Tenemos, pues, una auténtica ‘joya’ natural. En el objetivo, irrenunciable, de ‘mimar’ este ‘trozo de Fuerteventura’ tan llamativo como frágil, un conjunto de actuaciones, que se despliegan en coordinación entre las distintas instituciones, va haciendo de este espacio un lugar único. Por ejemplo:

- El mantenimiento integral, limpieza, vigilancia y retirada de residuos sólidos y líquidos, que desarrolla una empresa contratada por el Cabildo.

- La medida, recientemente dictada por la Demarcación de Costas, por la que todas las embarcaciones comerciales de transporte de pasajeros han de realizar el atraque en el muelle, lo que libera de este tráfico al Puertito como área de baño.

- La restauración del muelle, que llevará a cabo en el próximo otoño la Autoridad Portuaria, consolidando la estructura y haciendo seguro, cómodo y accesible su pavimento.

- La inevitable regulación de la capacidad de carga, que entrará en vigor muy pronto, acompañada del correspondiente programa informático que permita la reserva previa de la visita a la isla, el abono de una pequeña tasa (que, tan pronto como pueda entrar en vigor la correspondiente normativa, irá destinada al cuidado y vigilancia de este Parque) y el control que garantice que en ningún momento se encuentre sobre ese territorio un número de personas que supere esa capacidad establecida.

- El proyecto, en tramitación previa, de gestión integral y sostenible de la energía y el agua necesarias para los servicios que ofrece la isla.

- Una vez que se produzca la cesión de este inmueble por la Autoridad Portuaria, el Cabildo integrará el faro Martiño en su Red de Museos como un centro temático en el que se pueda recorrer visualmente la historia de este enclave ‘de lobos marinos’.

- La musealización, posible tras las dos campañas arqueológicas ya organizadas para la primavera de 2019, de los yacimientos romanos, lo que facilitará el acceso a este poblamiento, establecido en torno a la fabricación de púrpura, por todos los visitantes... y los que ese atractivo histórico atraerá.

En el frecuente contacto directo que mantengo con vecinos de Corralejo y el resto de la zona norte de nuestra isla, operadores turísticos vinculados directa o directamente a Lobos y visitantes, encuentro una posición casi unánime: las inevitables molestias e incertidumbres que cualquier proceso de cambio lleva consigo, se podrán dar por bien empleadas teniendo en cuenta el resultado de esas actuaciones: una Isla de Lobos impecablemente cuidadapara que, de forma ordenada, miles de personas puedan seguir disfrutando esos singulares paisaje y naturaleza áridos: las vistas que desde allí ofrecen El Río, La Bocaina, Lanzarote y Fuerteventura; rincones como El Puertito, Las Lagunitas, las salinas de El Marrajo, la montaña de La Caldera, el faro de Punta Martiño...; los yacimientos romanos que, en los últimos años, ‘han cambiado los libros de historia’; un día de playa en La Calera y El Puertito, rematado con paella y pescado frito de Andrés… Y todo ello, en ‘pan para hoy y pan para mañana’, añadiendo excelencia al producto turístico que oferta Fuerteventura, Reserva Mundial de la Biosfera, y manteniendo empleo de calidad para muchas personas residentes en nuestra isla.

Con este pequeño esfuerzo de todas y todos, tenemos esta ‘joya natural’, el islote de Lobos, para toda la vida.

 

* Presidente del Cabildo de Fuerteventura

 

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