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Luis Moreno y la historia marinera de Lanzarote

Un blog con más de 2.000 seguidores y la documentación de los fondos del futuro Museo del Mar son algunos de los proyectos en los que trabaja este investigador aficionado

María José Lahora 0 COMENTARIOS 02/05/2022 - 06:26

La búsqueda del abuelo desaparecido de su esposa llevó a Luis Moreno a introducirse en el apasionante mundo de la investigación centrada en la historia marinera de Lanzarote y que divulga a través de una página de Facebook en la que trabaja junto a Juan Pablo Díaz, hijo de Ángel Díaz, en cuyo honor esperan algún día que pueda ser una realidad la apertura del Museo del Mar.

Luis Moreno es cocinero de profesión, pero investigador de vocación. Se define como “autodidacta”, aunque cursa ya la carrera de Historia a través de la UNED. Su pasión por desentrañar los entresijos históricos surgió por una inquietud y motivación personal que poco tiene que ver con el pasado marinero de Lanzarote, en el que lleva centrado los últimos años de estudio.

Corría la época del programa de Paco Lobatón Quién sabe dónde, que se emitió durante siete temporadas en TVE desde 1992. Uno de los programas se centró en un desaparecido durante la Guerra Civil española, al igual que el padre del suegro de Luis Moreno. Movido, por esta historia, inició la búsqueda del abuelo de su esposa.

Eran los inicios de Internet y toda la documentación debía solicitarse por escrito. Trasladó sus peticiones a la Biblioteca Nacional, al Archivo de Simancas, también al Partido Comunista, a CC.OO y a UGT, organización fundada en el año 1932 en Lanzarote y a la que había pertenecido el abuelo de su esposa, dentro del gremio de marineros.

También trasladó su búsqueda a las embajadas españolas en Francia, Alemania, Rusia, México, Uruguay, Argentina y Canadá, donde por toda respuesta obtuvo que el familiar no constaba en sus registros.

“Fueron muchísimos años de cartas, Indagando un poco más, descubrí que estaba de tripulante en un barco marinero, La Rosa, que zarpó desde Lanzarote para, supuestamente, pescar en la costa africana, pero que se evadió por PortÉtienne, en el protectorado francés de Mauritania. “Desde ahí, dicen que saltó al bando republicano”, explica Moreno.

Su labor consistió entonces en hallar el destino final del barco y fue ahí donde comenzó una estrecha relación con Ángel Díaz. Se le había despertado el gusanillo de la investigación y ya no podía dejarlo. La curiosidad de este apasionado de la historia marinera le llevó a averiguar el número de canarios que utilizaron la misma ruta que el padre de su suegro para evadirse durante la guerra.

“Conseguí numerosa documentación de personas que fueron enterradas en cementerios de la Península, si bien la mayor parte de la información hace referencia a militantes del bando nacional. Sobre el bando republicano existe una especie de cortina porque es muy difícil conseguir la documentación”, explica Luis Moreno.

Durante esos años de investigación descubrió que la mayor parte de los combatientes en la Guerra Civil que pudieron llegar al bando republicano fueron marineros o evadidos en barcos de pesca de Lanzarote.

Logró los libros de registro de los buques que realizaban esa ruta y, en colaboración con Ángel Díaz, con el que surgió una buena amistad que ahora mantiene con su hijo Juan Pablo, pudo desentrañar la historia marinera de la Isla en la que aún trabaja. “En ese momento empecé a hacerme adicto a la historia”, comenta.

En concreto, a la historia marinera, a la que llegó tras localizar el navío en el que huyó el abuelo de su esposa, del que lamenta no haber podido averiguar nada más, aunque no da por finalizada la búsqueda.

Como investigador aficionado, se ha topado con las dificultades que supone desentrañar la historia marinera de Lanzarote con tan solo dos archivos municipales, el de Arrecife y el de la Villa, y carecer de la titulación que le permita acudir a otros centros archivísticos del país. Aun así, elogia la predisposición de las dos personas encargadas de los archivos de la Isla, Mari Luz y Melchor.

Junto a Juan Pablo, ha creado la página de Facebook Historia marinera de Lanzarote, que ya cuenta con más de 2.000 seguidores que contribuyen a propiciar nuevas búsquedas o bien que agradecen haber descubierto detalles de la vida de algún familiar que desconocían.

El pasado marinero del propio padre de Luis Moreno fue una de las motivaciones que le llevó a continuar esta labor investigadora incentivada por la amistad con la familia Díaz. “Hice un book con el listado de todos los barcos donde estuvo enrolado mi padre y, de forma conjunta con Juan Pablo, he avanzado en la historia del resto de embarcaciones de Lanzarote”, comenta.

Pero la labor investigadora va más allá de un simple listado de buques, es la historia de sus tripulantes, de sus familias y del destino de estas embarcaciones, muchas naufragadas en la costa de África.

Censo profesional

Una de las últimas publicaciones en el blog Historia marinera de Lanzarote ha sido la difusión de un censo de profesiones relacionadas con esta actividad. La investigación desarrollada va desde 1939 hasta la evolución del sector pesquero en Lanzarote, en los años sesenta, un desarrollo que convirtió a la capital de la Isla en uno de los puertos más importantes de España, gracias, en buena parte, a la inmigración nacional que se originó para dotar de mano de obra a la industria conservera lanzaroteña y de tripulantes a las embarcaciones de pesca, muchos de ellos ni siquiera dados de alta en el censo municipal, dado que dormían y vivían en los propios barcos donde pasaban meses faenando hasta que decidían traer a toda la familia para asentarse en la próspera Arrecife.

“En cinco años, desde 1955 a 1960, el incremento de la población en la capital es notable”, señala el investigador. No solo por las labores que se desarrollaron en torno a la actividad pesquera, sino por los puestos de trabajo que se propiciaron en relación al comercio, al sector servicios o la construcción.

Fue la época también del auge de la Escuela de Pesca. “Lo que pudo empezar con una foto de un barco en el que trabajaba un desaparecido pudo llevarme a saber que Arrecife es lo que es gracias a dos palos y una vela y meses y meses pescando, pasando hambre o penurias y propiciando el establecimiento de una de las industrias más importantes de la historia de Lanzarote y el desarrollo de la ciudad”, comenta Moreno, quien achaca el caos urbanístico de la capital a las prisas para dar cabida a toda esa población.

“Los marineros lanzaroteños eran excelentes guías, navegaban por marcas”

Fue en la época de las conserveras cuando se creó la barriada de Valterra o las viviendas de Lloret, también de la expansión del barrio del Carmen, hoy día La Vega: “Había zonas de Arrecife donde residían única y exclusivamente trabajadores relacionados con el mar, marineros y peones de las conservadoras”.

Las averiguaciones realizadas junto a Juan Pablo Díaz han llevado a Luis a elaborar un censo de profesiones donde se especifica mejor el oficio de cada uno de esos trabajadores. En el mismo, se establece nombre, apellido, procedencia, residencia, estudios, profesión y lugar de trabajo.

En 1965, en Arrecife había censadas 18.193 personas, de las que 2.342 estaban vinculadas directa o indirectamente a la actividad marinera, lo que representaba un 12,91 por ciento de la población de la ciudad. El 87,09 por ciento restante está catalogado en otras profesiones, madres de familia, jubilados, enfermos, menores de edad, etcétera.

Entre las profesiones catalogadas se encuentran consignatarios en las oficinas de las navieras, chóferes, mecánicos, carpinteros, obreros y obreras en las fábricas, marineros, contramaestres, patrones de barcos, armadores, telegrafistas, miembros de la Comandancia de Marina... En los censos publicados se detalla año de nacimiento, nombre y apellido del trabajador, la procedencia, el cargo que ostentaba y el lugar donde desempeñaba su labor o nombre de la embarcación.

La historia de Lanzarote dio un vuelco tras el declive de las conserveras y mucha de la población de Arrecife tuvo que reciclarse hacia un sector que se abría paso, el turístico. Los armadores optaron por la reconversión de la flota pesquera a través de las ayudas al desguace para invertir en apartamentos al servicio del turismo, mientras los marineros o bien regresaban a su lugar de origen o bien buscaban trabajo en tierra. Muchos de ellos optaron por la prejubilación gracias a los acuerdos pesqueros.

El mayor reto al que se enfrenta Luis Moreno es la clasificación de la gran cantidad de documentación que llega a sus manos y a la que dedica muchas horas al día, todas las que su trabajo en un hotel de Puerto del Carmen le permiten. “Todo lo que hago es en apoyo de la Asociación Social y Cultural por la Memoria Histórica Pesquera de Lanzarote Ángel Díaz, con el fin último de incorporarlo a los archivos del futuro Museo del Mar, si algún día tenemos la suerte de crearlo”, explica Luis Moreno. El objetivo es documentar el contenido del centro, una vez vea la luz.

Una de las curiosidades que ha descubierto es que los marineros lanzaroteños eran excelentes guías para la localización de los bancos pesqueros en la costa africana. “Navegaban por marcas porque carecían de sistemas de navegación. Tenemos datos de esas marcas y rumbos”, específica el investigador.

Identidad lanzaroteña

A falta de una sede oficial para instalar la colección privada de la familia Díaz, Luis Moreno y Juan Pablo Díaz optaron por promocionarla a través de una plataforma digital como es la página Historia marinera de Lanzarote, creada gracias a la idea de Daniel Rodríguez Zaragoza, que cuenta con su propio blog.

“Mucha de la historia marinera de Lanzarote se encuentra en latas de fotos”

Se trata de un proyecto apolítico, sin ánimo de lucro, cuyo único fin es divulgar fielmente la historia marinera y que ha logrado ya más de 2.000 seguidores de todos los rincones de España. No en vano, muchos de los barcos que llegaron a la Isla procedían de puertos de la Península.

A raíz de esta publicación, también han surgido colaboraciones en el extranjero, como una página amiga de rescate arqueológico de Australia o con descendientes de emigrados en Chile durante la Guerra Civil. Asimismo, cuenta con miembros de Perú, Argentina y Uruguay.

La dinámica que tiene la página permite el propio desarrollo de la publicación, gracias a las aportaciones que realizan los seguidores. “Mucha de la historia está en latas de fotos y muchas historias personales son también contadas”, comenta Moreno, quien defiende la labor divulgativa que realiza este blog como una defensa de la “identidad lanzaroteña”.

Un bergantín llamado Libertad

Uno de los últimos hallazgos del investigador aficionado Luis Moreno es el expediente del siglo XIX sobre el bergantín Libertad, que en un principio creyó que formaba parte de la historia marinera de Lanzarote. El navío zarpó de Arrecife el 26 de marzo de 1836, supuestamente a Puerto Rico y La Habana, y cuyo destino real era Montevideo. El informe completo se encuentra en el Archivo Nacional y está dotado de 249 documentos manuscritos.

Durante la transcripción de ese legajo, el investigador descubrió que se trataba de una embarcación que transportaba colonos de forma legal e ilegal a las posesiones españolas en Sudamérica, aunque no en todas se admitía esta práctica, tras la pérdida de buena parte del territorio español en esas tierras. Se trataba en su mayoría de agricultores o pedreros e, incluso, familias enteras, a las que se les dotaba de un pasaporte con la intención de repoblar las antiguas colonias.

La frustrada travesía del navío, que zarpó en 1836, desvela el papel que jugó en la erradicación del tráfico de personas

El barco, de origen italiano, se abanderó español y se le cambió el nombre para poder transportar colonos bajo la falsa promesa de un trabajo a su llegada a Sudamérica, explica el investigador. Con capacidad para poco más de un centenar de pasajeros, finalmente, embarcaron hasta 565 personas que tuvieron que viajar de pie, en bodega o cubierta.

Algunos de los pasajeros contaban con pasaporte legal para La Habana y Puerto Rico, otros no. “Pasaron hambre y grandes penurias en el trayecto, muchos enfermaron o murieron, cuando se les había prometido que durante el viaje no les faltaría de nada. No se aprovisionó a la embarcación de los víveres necesarios para alimentar a todos sus pasajeros durante los días que duró el trayecto”, relata Luis Moreno, quien ha localizado además los contratos originales firmados por estos colonos.

La situación que se vivió en el bergantín durante las semanas de navegación obligó a desembarcar a los pasajeros supervivientes en Río de Janeiro el 30 de mayo de 1836, donde el cónsul de España en Brasil, tras ponerlos en cuarentena, decidió iniciar una investigación que llegó a oídos de la mismísima reina Isabel II, propiciando así el establecimiento de medidas para evitar el tráfico de personas.

En esa investigación se relatan los hechos acaecidos en el navío y el trato que dispensaba el capitán a los centenares de pasajeros. También se realizó un inventario de las provisiones que llegaron a Río de Janeiro, una documentación que ha permitido a Luis Moreno dotar de contenido esta historia y descubrir los nombres de los lanzaroteños que formaron parte del pasaje.

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