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A los faros de Lanzarote les espera una nueva vida

Los de Alegranza y Pechiguera tienen encaminado su futuro pero siguen sin uso. El de Punta Delgada fue restaurado, mientras que las obras en Pechiguera podrían empezar este año

Saúl García 0 COMENTARIOS 13/02/2023 - 19:51

Lanzarote tan solo tiene dos faros, aunque, en sentido estricto solo tiene uno: el de Pechiguera, en Playa Blanca. El otro, el de Punta Delgada, se encuentra en el islote de Alegranza. A los dos faros no solo les separa el océano Atlántico, sino su situación actual y su destino. Mientras que el de Alegranza está restaurado y se dedicará a labores de apoyo a la investigación y conservación de la naturaleza, el horizonte del otro, el de Pechiguera, pasa por convertirse en una sala de exposiciones y restaurante si se inicia su restauración.

Sus inicios, eso sí, fueron comunes. En 1856, bajo el reinado de Isabel II, una Real Orden del Gobierno Nacional lanza el Plan de Alumbrado de las Islas Canarias, para estar a la altura del desarrollo del comercio marítimo y, por tanto, de los principales puertos del Archipiélago y del incremento de la navegación hacia América.

El de Pechiguera debía velar por la navegación en el estrecho de La Bocaina, en cuyas cercanías hay dos faros más, el de El Tostón en El Cotillo y el de Martiño, en el islote de Lobos. El de Alegranza, sin embargo, es un faro solitario. El diseño de los dos faros estuvo a cargo del ingeniero Juan de León y Castillo, cuya principal obra fue la del Puerto de la Luz, en Las Palmas de Gran Canaria.

El 30 de abril de 1965 se inauguró el Faro de Punta Delgada, que se había empezado a construir en 1861. Fue uno de los dos primeros faros en funcionamiento dentro del Plan de Alumbrado, mientras que el de Pechiguera se inauguró un año después.

Ese plan se completaba en Lanzarote con la instalación de dos luces en la entrada del Puerto de Naos. Los dos faros fueron declarados Bien de Interés Cultural en el año 2002. El de Alegranza consiste en una torre cónica de color gris. Tiene 15 metros de altura y 3,70 metros de diámetro y está adosada a un edificio de planta cuadrada de algo más de 200 metros cuadrados. El de Pechiguera también es de estilo y planta rectangular con un patio central y seis habitaciones. Ambos faros albergaban viviendas, con varias estancias, para el torrero y su familia. Tienen aljibe y pozo. Junto al de Alegranza también se construyó una caserna, de unos setenta metros cuadrados.

Desde que abandonaron su uso original, hace ya muchos años, su vida ha sido distinta. El de Alegranza, lejos de la civilización, fue restaurado por la Autoridad Portuaria de Las Palmas, que es la propietaria de los inmuebles. El Cabildo de Lanzarote lo gestionará a través de una concesión por un plazo de ocho años que terminará en marzo de 2030 y que tiene como fin la “vigilancia para la conservación del entorno y recursos naturales, seguimiento de los procesos naturales, así como la realización de diversas actividades y campañas”.

Previamente, en mayo de 2021, el Cabildo aprobó en Consejo de Gobierno esas condiciones para la cesión de un espacio de 164 metros cuadrados. El Cabildo quería instalar allí el Observatorio de Cambio Climático, gracias a un acuerdo con el Centro Superior de Investigaciones Científicas, pero los equipos necesarios para hacer que funcione ese Observatorio consumen más energía de la que pueden aportar unas placas fotovoltaicas, por lo que se baraja instalarlo en Órzola o en La Graciosa.

Faro de Alegranza. Foto: DIARIO DE LANZAROTE/Archivo.

El Cabildo señala que se tiene que modificar el convenio de uso de Alegranza

En Alegranza, diversas organizaciones y asociaciones han llevado a cabo desde campañas de investigación y seguimiento de distintas especies de interés, como la pardela cenicienta, el halcón de Eleonora, petreles, guirres o guinchos hasta campañas de voluntariado relacionadas con la limpieza y recogida de todo tipo de residuos.

El Cabildo también quiere extender la actividad a otras actividades puntuales como la realización de estudios sobre recursos naturales y pesqueros, hábitats marinos y terrestres, climáticos y de vulcanismo, además de realizar otros trabajos que contribuyan a garantizar la seguridad, vigilancia y conservación del faro y su entorno.

Pero hay un problema. Entre las condiciones en que se otorga la concesión no se encuentra la pernoctación en el lugar, lo que dificulta o impide en la práctica que se lleven a cabo la mayor parte de estas campañas. Fuentes del Cabildo señalan que se tiene que modificar ese convenio de uso y hacer unas obras de mejora para poder llevar a cabo estas campañas con pernoctación incluida.

Pechiguera

El caso del Faro de Pechiguera es distinto. Su estado, al menos desde el exterior, es lamentable. La información que se puede leer sobre él aportada por el Gobierno de Canarias dice lo siguiente: “El salitre no ha dejado de atacar a las maderas, hierros y paredes de este inmueble, razón por la que en la actualidad está amenazado de ruina”.

Su cercanía a una zona turística como Playa Blanca y su posición periférica hacen una combinación perfecta para esta situación: sus paredes están repletas de pintadas y grafitis. El faro, hasta donde se acercan muchos turistas, está rodeado de una urbanización sin terminar, llena de escombros, que fue paralizada precisamente porque afectaba a su entorno de protección.

Pechiguera. Foto: Adriel Perdomo.

Junto al faro antiguo se elevó una gran torre, que es la que sigue bajo dominio de la Autoridad Portuaria de Las Palmas y la que mantiene su función original. Para el antiguo faro hay otros planes. El Ayuntamiento de Yaiza señala que ya tiene la licencia concedida para su restauración, con todos los parabienes por parte de Patrimonio y que solo falta que la empresa que debe gestionarlo se decida a invertir.

La empresa es Pedro y Paloma SL, que en 2017 presentó un proyecto básico para convertir el faro en una sala de exposiciones y talleres con un restaurante. En diciembre de 2020, un informe de Patrimonio ponía una serie de condiciones ante ese proyecto básico. La intervención deberá consistir en una restauración, no una rehabilitación, y tendrá que conservar los valores de la vivienda familiar.

Pedro Martín, gerente de la empresa que va a restaurar el faro, señala que “todo se retrasó por el Covid” pero que la restauración del edificio podría comenzar ya este año. Asegura que pidieron la concesión a Puertos del Estado en 2016 y que, aunque aún no saben por cuántos años se la concederán, ya está concedida.

Puertos les emplazó a realizar los proyectos y conseguir los permisos antes de la concesión. El proyecto está visado y conseguida la autorización de Patrimonio, el permiso de uso como restaurante y la licencia de obras. La empresa tiene que restaurar el faro con las condiciones señaladas por Patrimonio, entre las que están las de conservar los elementos originales del inmueble, como puertas y carpinterías o acondicionar el camino de entrada, entre otras muchas, y después explotar el negocio.

El faro será una sala de exposiciones, con tienda, sala de catas, restaurante y terraza. Señala Martín que el servicio de restauración estará ligado a los valores y al espíritu de la Isla y a la altura de un Bien de Interés Cultural, y que el espacio tendrá un uso dinámico “con mucha cultura”.

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