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Kike, Nachitzz y Gazz: el humor lanzaroteño que traspasa fronteras

Kike Pérez, Nacho Peña (Nachitzz) y Christophe Gaziello (Gazz) tienen un denominador común: son de Lanzarote y hacen reír a la gente. Cada uno con su estilo, estos tres cómicos recuerdan sus inicios, sus particulares procesos creativos y la realidad del humor hecho en las Islas, que en los últimos años ha traspasado fronteras

María José Rubio 0 COMENTARIOS 07/05/2022 - 08:50

“Fue con la típica frase de ‘oye, no te atreves’”. Así comenzó Kike Pérez, que reconoce que siempre “era el gracioso del grupo”. Sus comienzos en el mundo del humor arrancaron con una invitación que a la vez entrañaba un reto: “Me dijeron: ‘¿Por qué no te atreves a venir al bar de mi hermano a contar historias divertidas como las que tú sueltas?’”. Su estreno se produjo en los bajos del Monopol, en el último año de carrera, cuando estudiaba en Gran Canaria y “el dinero flojeaba”.

Desde que comenzó, Kike siempre tuvo en la cabeza que ver a la gente reír le hacía “muy feliz”. “En esa primera actuación que la gente se divertía y se reía y me picó la curiosidad para continuar adelante”, relata. Aunque ya algo lejana en el tiempo, aquella primera actuación ante un público no difiere de su actual modo de prepararse para subir a un escenario: “Siempre he sido muy observador, me gustan las historias y una buena fuente de inspiración era lo que hablaba la gente en el camino a la universidad. Cada día cogía la misma guagua, a la que siempre se subían las mismas personas y fantaseaba con su vida: desde la doña que se ponía a hablar de sus hijos, el tipo que iba durmiendo o las amigas que hablaban entre ellas de sus cosas”, describe Kike.

Hay historias que forman parte de su repertorio, que se quedan grabadas, como la del cumpleaños de una compañera de su hija, en la que reflexiona sobre cómo las celebraciones de los más pequeños han pasado de la sencillez de unos sándwiches de Nocilla a fiestas por todo lo alto, con padres que parece que están organizando su propio cumpleaños y que las viven como si así fuera. Tienen un hilo con la realidad. “Muchos padres son así, y muchas personas que han ido a cumpleaños infantiles se han sentido identificadas”, dice. Aunque “casi siempre las historias que cuento son exageradas, tienen una verdad”, destaca.

Pese a su actual reconocimiento, sin embargo, el humorista, tal y como ha contado en sus shows, tardó mucho en darse cuenta de que esa podía ser su forma de ganarse la vida. Desde sus primeros pinitos, “pasaron como cuatro o cinco años” hasta que se centró en su carrera artística. Fue hacia 2011. En septiembre de aquel año, en una entrevista con Diario de Lanzarote, Kike decía que la catalogación como cómico le sonaba “todavía grande”. “El paso difícil y complicado es dejar de considerarlo tu hobby para considerarlo tu trabajo. Yo aún lo estoy asimilando”, decía. Antes de dedicarse de lleno al humor, trabajó como maestro en un colegio de Arrecife y pasó un tiempo como asesor, vinculado sobre todo a la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Arrecife. “En mi corazón latía fuerte el querer dedicarme a esto”, recuerda ahora Kike. “El único momento en el que era feliz era cuando comenzaba el fin de semana y me subía al escenario con mis monólogos”.

Kike Pérez: “Las historias que cuento son exageradas, pero tienen una verdad” 

Kike se ha curtido en numerosos escenarios: desde bares y plazas a teatros y auditorios, pasando por las fiestas de Caleta de Famara, donde todavía permanece grabado en la memoria el estribillo “Yo me llamo Kike, soy amigo de El Perola, somos de Famara, pero no cogemos olas”. Ahora, su humor, además de poder disfrutarse en vivo y en directo, también se encuentra en pequeños sketches que publica en la red. “Las redes sociales han llegado para cambiar las reglas. Han venido a democratizar y darle la vuelta a este sector. El mundo de la comedia, en épocas anteriores, se reducía a los mismos de siempre. Las redes son una herramienta maravillosa para conectar con el público”, resume.

Las redes sociales ayudan a difundir el trabajo de los artistas, sin necesidad de pasar por intermediarios, llegando al público de forma directa. “La gente que nos sigue, al mismo tiempo que nos demanda contenido también nos visibiliza y nos convierte en virales”, reflexiona Kike. “Ahora, no estar en la televisión no genera ese agobio que existía antes, que se traducía en que, si no estabas en un canal, la gente no te conocía”, añade el humorista. Si antes la televisión facilitaba luego un contacto directo con el público, ahora sucede, en cierto sentido, lo contrario: el contacto directo con los seguidores abre las puertas a actuaciones en vivo y a programas de televisión: “Quienes nos siguen son un aval para que nos llame un pueblo para sus fiestas o la televisión para un programa”.

Kike Pérez, exitoso humorista lanzaroteño. Fotos: Multitrack.

La pandemia cortocircuitó también a quienes viven del contacto con el público. Humoristas como Kike cambiaron el chip e hicieron que la gente se riese en casa. “En mi caso, mi fuente de ingresos era reunir a gente”, señala. En esas circunstancias tan extrañas, lo que trataron de hacer fue “tener a la gente viva”. “Los humoristas, en aquella época, ejercimos nuestra función, que es entretener, y eso para mí también fue un motor”, destaca el cómico.

En la actualidad, Kike Pérez no para. Con 136.000 seguidores en Instagram, unos 127.000 en Facebook y casi 38.000 en Twitter, las redes sociales le han llevado a la cima de la popularidad, en Canarias y también en la Península. En abril empezó su gira por Bilbao y la continúa en mayo en Barcelona, Valladolid y Madrid. ¿Cómo consigue que el humor canario traspase fronteras? “La generación nuestra es más universal. Intentamos que nuestro humor se entienda en cualquier lado. Cuando uno hace un show, no piensa solo en la gente de Canarias. Cualquiera que tenga internet nos puede ver. Cuando voy a Bilbao, Madrid o Valencia el humor es humor”, define. Kike siempre intenta que los peninsulares salgan contentos de sus espectáculos, porque a los canarios, dice con ironía, ya los tiene “ganados”. “Espero que el 50 por ciento de la gente nueva que venga al espectáculo sea por la curiosidad”, apunta.

Renovar el repertorio es otra de las obsesiones de todo artista. En el caso de Kike Pérez, su principal periodo creativo va desde diciembre hasta enero. Luego empieza a tantear ciertas historias para ir introduciéndolas en los shows. A los espectáculos acude “con un compendio de ideas”, pero no se trata de un guion cerrado, sino que va evolucionando. “Sé lo que va primero y después, pero siempre pasan cosas. El show de este año comenzó en febrero, pero en abril ya había cambiado bastante”, comparte.

Kike siempre tuvo en la cabeza que ver a la gente reír le hacía “muy feliz”

En todos estos años de trayectoria profesional hay buenas y malas experiencias. “Buenas hay miles, y más vitales”. La última fue en Semana Santa en Lanzarote. Un domingo, en el mercadillo de Teguise, quiso comprar en un puesto, pero no aceptaban tarjetas. Un hombre de unos 50 años que estaba cerca le ofreció a Kike pagar por él, pero el humorista no aceptó. El hombre le dijo: “Lo que cueste no va a ser suficiente para pagarte lo que tú me has dado”. Tanto el hombre como unos amigos suyos padecían enfermedades y gracias a Kike pasaban buenos ratos. En ese momento, el humorista pensó: “La misión que tengo en la vida la he cumplido”.

Lo malo de ser tan conocido, dice, es que habrá gente que piense que todo el tiempo está de buen humor y que es “la alegría de la huerta a las ocho de la mañana”, explica riéndose. “Ser conocido le afecta más a la gente que me acompaña, pero para mí es parte de mi trabajo y también una alegría”. Presumir en todos lados a los que va de ser de Lanzarote es algo de lo que se siente orgulloso. “Salir de la zona de confort, dejar a tus amigos y la calidad de vida de la Isla es difícil”, admite.

No obstante, considera que en la Isla “hace falta un impulso serio” que facilite la actividad creativa. En Lanzarote, culturalmente, los creadores canarios quedan relegados al apartado “regional” en las programaciones. Todavía es habitual, expone Kike, la creencia de que “si es de aquí no puede ser demasiado bueno”. Y se pregunta: “¿Por qué tenemos que salir de nuestra isla para que nos reconozcan?”. En las Islas, asegura, “hay materia prima” en el ámbito creativo, y cita a sus coetáneos en el mundo del humor. En su caso, está agradecido porque el público de Lanzarote le dio un “impulso” y, al tiempo, reclama “más planes” desde las instituciones “para potenciar el talento”.

Kike tiene muchos proyectos entre manos, como una gira potente con previsiones muy buenas en Madrid, Barcelona, Valencia, Valladolid, Ávila, Bilbao, Navarra, Zamora, Sevilla... También espera el estreno de la serie Campamento Newton, y lanza una exclusiva: “Estoy a punto de sacar una aplicación propia, con una pequeña red social de Kike Pérez, con entradas, ventajas, adelantos, vídeos exclusivos... En pocos meses estará lista”. Es uno de los proyectos que más ilusión le hace. “Estaba entre hacerme un Only Fans y esta aplicación”, dice con humor.

Foto: Joan Hernández.

Nachitzz: “Antes un humorista necesitaba la tele, ahora son imprescindibles las redes sociales”

Nacho Peña comenzó en el mundo del humor de “casualidad y sin quererlo”. Fue con Vine, una red social que permitía subir vídeos cortos de pocos segundos, muy popular en su momento y que cerró hace unos cinco años. Nachitzz, como es conocido, se adentró en ese mundo junto a otro rostro muy conocido, Gazz, su amigo del colegio, quien lo enganchó a este tipo de vídeos, auténticos cortometrajes con el humor por bandera.

Sus orígenes como cómico se remontan a 2013. “Siempre he sido el vacilón del grupo de amigos”, comenta Nacho. “Al subirme a los escenarios fui poco a poco cogiendo confianza, hasta participar sin buscarlo”. Su interés hacia la interpretación, el cine y la comedia le ayudó a ir introduciéndose en este mundo. “Fue algo que hacía de manera inconsciente y que me vino caído del cielo”, relata.

Nacho Peña cuenta con 13.500 seguidores en Instagram. Su humor es diferente al de Kike. Para él, su plataforma principal de difusión son las redes sociales, en las que realiza humor diario, con stories, vídeos o sketches. Define su vertiente cómica como “costumbrista y absurda”. “El trabajo de humorista audiovisual es una labor diaria”, expone Nacho, que se considera discípulo de Manolo Viera. Traza sus influencias en el mundo del humor a series como Seinfeld, una comedia americana que triunfó en la década de los 90, a películas como la serie de Agárralo como puedas, en la que el actor era Leslie Nielsen, o la conocida saga de American Pie.

Nachitzz también considera que “actualmente la manera de hacer humor ha variado”. “Si antes un humorista necesitaba tener un hueco en la televisión, ahora es imprescindible que esté presente en redes sociales”, destaca Nacho, que admite que “los tiempos han cambiado y Kike, por ejemplo, tuvo unos comienzos más difíciles, pateando muchos bares”.

En la actualidad, gracias a Instagram, Facebook o Youtube, la difusión de los humoristas audiovisuales es universal. “Claro, que todo tiene sus cosas buenas y malas, pero está bien no depender de las grandes cadenas de televisión”, resume. El actor destaca que en la calle, con sus amigos, es cuando le llegan más ideas, que luego plasma en su trabajo. Sus allegados son también su banco de pruebas.

Con la reciente pandemia, tuvo la suerte de crear un nuevo producto “sin quererlo”. “Surgió el show Noches de Fantasía, un encuentro virtual en el confinamiento para recordar la música de las verbenas canarias. Lo hice con el humorista Víctor Hubara, de Abubukaka”, rememora. “Entraba gente en los directos de Instagran tomándose unas cervezas. Era de nueve de la noche a una de la mañana, con música de verbena, y se llegaron a conectar hasta 800 personas al mismo tiempo, con gente como Kike Pérez, Arístides Moreno o las K-Narias”.

Su trabajo le ha dado una importante proyección pública. “Tenemos que ser conscientes de que no todo lo que se ve en redes sociales es verdad”, sugiere. “La gente, en general ha sido muy respetuosa y educada conmigo. Soy bastante natural. Sé quién soy y no me incomoda la fama o el ser conocido. Es más, me siento más conocido en Gran Canaria o Tenerife que en Lanzarote”, afirma. De lo más gratificante para Nacho es que grandes marcas comerciales hayan contado con él para hacer spots que han dado la vuelta a las Islas, dice este actor que se ha labrado una carrera en la comedia, pero que está abierto a ampliar horizontes en el mundo de la interpretación. “Todo lo que venga, bienvenido sea”.

¿El personaje se puede comer a la persona? “El personaje tiene algo de nosotros”, admite. Nacho, natural de Caleta Caballo, se trasladó a Gran Canaria a estudiar Administración y Dirección de empresas. Más tarde, se mudó al País Vasco, pero “Lanzarote tira mucho”. “Es mi casa y además es un paraíso”, relata.

“Al principio, uno sí tiene miedo a salir, se genera esa inquietud y ese miedo a lo desconocido”, cuenta ante el paso de salir fuera de la Isla y tratar de asentarse profesionalmente. Destaca que, “sin duda alguna, hay mucho talento en Lanzarote y existe una gran oferta cultural, pero tal vez le falta comunicación”.

“Hay que apostar por la gente y que haya más y mejor difusión”, concluye Nacho, quien echa en falta un espacio en el que los creadores puedan ensayar y dar a conocer sus trabajos, que a la vez sirva para dar visibilidad a los artistas.

Nachitzz es como un hombre orquesta: está interesado en el humor, pero también en la interpretación, los guiones y los cortos, “un poco de todo”, dice quien se está formando como actor. En su agenda de proyectos está “una película, algunos cortometrajes y más Noches de Fantasía”. “La verdad es que se vienen cositas”, finaliza.

Gazz: “Vivimos en un mundo en el que las audiencias están muy fragmentadas”


Foto: Paulina Miwa Mocna.

Gazz empezó en el mundo audiovisual con unos pequeños vídeos que grababa, hasta que su hermano pequeño le enseñó la plataforma Vine. “Grabé unos Vine y me olvidé con el tiempo de ellos. Más tarde, un amigo me dijo que había visto unos vídeos míos de los que ni me acordaba”. Sin saberlo, la gente los había hecho virales. Lo que empezó haciendo por placer se convirtió en una profesión, aunque Gazz confiesa que esa pasión sigue intacta.

“A la hora de crear sí que se mira a las redes sociales y el alcance, pero las cifras no me obsesionan”, señala. “Vivimos en un mundo en el que las audiencias están muy fragmentadas, más que nunca”, explica sobre los diferentes medios de comunicación y canales para llegar al público, así como la diversidad que existe a la hora de consumir humor audiovisual. La fama le da “igual”. “No pienso que la gente me reconozca en la calle. Sí me gustaría que me recordasen dentro de unos años, pero ese sentimiento de ser conocido o famoso no es para mí”, zanja Gazz.

Lleva unos nueve años viviendo del humor audiovisual y dice que no se puede quejar de recibir “tanto cariño de la gente”, aunque también ha sufrido algún episodio amargo: “Hay personas que creen que porque te sigan en redes sociales y vean tu trabajo les debes algo”. Por lo general, dice, la gente se acerca “con amor, respeto y cariño”, y eso le “alegra”.

“La mayoría de ideas me vienen a la cabeza o las observo en mi entorno”

Gazz estudió comunicación audiovisual en Madrid y se define como humorista, actor y creador de contenido. Su trabajo, por ejemplo, llega a más de 54.900 seguidores en Instagram. Sus vídeos cortos, en clave de humor, reciben numerosos comentarios que le suben el ánimo y le felicitan por su trabajo. “Eso, a pesar de que soy bastante tímido, pero lo bueno es que hago los vídeos y me voy”, detalla.

No obstante, elaborar contenido le lleva muchas horas de producción, “un trabajo muy solitario”, reconoce. Su trabajo se ha podido ver en plataformas de gran audiencia, como la cadena de televisión Cuatro.

Una de las señas del humor que cultiva Gazz es la de contar experiencias con matices canarios. Cuenta desde experiencias personales a ocurrencias: “La vida es muy interesante, curiosa y agradecida”, concreta. “La mayoría de ideas me vienen a la cabeza o las observo en mi entorno”.

Su agenda diaria de trabajo es bastante libre. “Una cosa es la intención y otra lo que al final se lleva a cabo”. Aunque se formó y ha trabajado en Madrid, donde ha conocido a mucha gente, también le “tira mucho la tierra”, asegura el humorista.

Ahora, ha regresado a Canarias. “Volví porque para trabajar en lo mío lo puedo hacer desde casa. Un humorista, un pintor o un cantante tienen una plataforma maravillosa como las redes sociales, que te dan libertad para crear contenido y difundirlo desde cualquier lugar”, destaca. “No nos damos cuenta, pero la gente paga por venir y grabar en estos escenarios tan bonitos que tenemos en la Isla, es un privilegio”, explica.

En la actualidad, reside en Tenerife, está escribiendo un guion, se encuentra inmerso en un proyecto audiovisual y tiene previsto lanzar un podcast de humor. ¿Es Canarias un lugar con talento? “En Canarias hay talento como en cualquier otro sitio. Mira a Darío, a Kike, a Abubukaka... Lo petan”, subraya Gazz, quien hace hincapié en que siguen saliendo creadores.

Hay una parte de este trabajo, la que no ve el público o la audiencia, que es dura, añade. A los artistas que están empezando, dice, “les vendrían muy bien espacios para llevar a cabo su trabajo” y ayudarles para darlo a conocer.

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