CULTURA

El tesoro de la abuela la hizo novelista

Ana Larraz comenzó su carrera como escritora tras el hallazgo de las cartas de su abuelo a su abuela durante la Guerra Civil

Saúl García 0 COMENTARIOS 09/04/2023 - 08:30

Para Ana Larraz, todo esto empieza con un final. En 2013 fallece su abuela, que se había quedado viuda en 1937. Su marido murió fusilado en la Guerra Civil. Lo que la familia no sabía es que él le había escrito unas 150 cartas “a lápiz y metidas en sobres azules” que guardaba como “su mayor tesoro”.

Todas las cartas las había escrito y enviado en un periodo de un año, mientras estuvo en el frente de Aragón, en Quinto de Ebro. De la lectura de esas cartas, de libros de historia, archivos y otros documentos nace el primer libro de Ana Larraz: La fotografía. Historia de un soldado 1936-1937.

La fotografía a la que hace referencia el título ilustra la portada del libro. En ella aparece su abuelo sosteniendo otra fotografía en la que aparece su madre cuando era apenas un bebé. “En las cartas siempre ponía: un beso a mi Carmencita”, cuenta Larraz sobre la historia de su madre y su abuelo, del que no pudo disfrutar.

Ana Larraz es aparejadora. Creció en Tauste, un pueblo de Zaragoza, pero hace tres décadas que vive en Canarias. Siempre tuvo ese interés por la escritura, pero no se había puesto en serio hasta que aparecieron esas cartas. En tan solo diez años acumula ya toda una obra: varias novelas, muchas de ellas históricas o sobre la historia familiar y otras completamente de ficción y ambientadas en el presente, además de relatos y cuentos infantiles.

Su abuelo nunca apareció. No lo han podido enterrar. Se supone que está en una fosa común cerca de Bujaraloz, pero no se sabe el lugar exacto. No se corresponde con la historia más corriente de este tipo de casos. Su abuelo luchó en las tropas de Franco. Lo llamaron al frente de Zaragoza y tuvo que ir, como tantos otros.

“Él pensó que iba como al servicio militar, no a a una guerra, pensaba que iba a volver pronto”, señala Ana, que pone como ejemplo una anécdota sobre unos botines de charol blancos, que él compra en un mercadillo en el frente y que envía, pero se equivoca de talla, y se los vuelven a enviar después para que los cambie. “Todo eso en plena guerra”, dice.

En Quinto de Ebro, a los dos bandos los separaba un barranco. Las trincheras estaban tan cerca que los soldados hablaban por las noches con el otro bando, sin que lo supieran los oficiales, que una vez que se enteraron los arrestaron. Se cantaban jotas unos a otros. “Mi abuela contaba que con mi abuelo había socialistas luchando con los nacionales”, cuenta Ana.

La abuela de Ana nunca quiso creer que su marido había muerto en la Guerra Civil

Pero una guerra es una guerra. La batalla la gana el bando republicano y hace casi ochocientos prisioneros. A la mayoría los mandan a Lérida, y se mantienen con vida, pero fusilan a unos ochenta, entre los que está el abuelo de la autora del libro. “No se sabe exactamente dónde porque si alguien revelaba dónde estaba significaba que probablemente había participado en los fusilamientos”.

La abuela de Ana nunca quiso creer que su marido había muerto, a pesar de las evidencias. Llegó a pensar que se había ido a Rusia con la División Azul, aunque en el pueblo hubiera más de una docena de desaparecidos en el mismo caso y que sus cartas dejaron de llegar. En 1964 lo declaran muerto de manera oficial.

Otros libros

Larraz empezó escribiendo sobre esa época, que le apasiona. Y de ese libro salieron otros como Gente de orden: historia de una familia, que cuenta de nuevo la historia de su propia familia, pero en este caso durante el periodo de la República, o Retazos del pasado.

También ha escrito sobre la Sima de Jinámar, una fosa del otro bando. “¿Qué mas da? -señala- si yo hablo de las personas y esas son las mismas, yo cuento la historia de gente que les tocó un bando u otro, hablo de personas, no de ideas”.

De esa época es una trilogía llamada Amores en tiempos difíciles y formada de momento por solo dos novelas, Alicia Salanueva y Merceditas Laserna. También ha escrito Por un verso, y un libro de relatos con otras dos escritoras: Doce tríos y doce a solas. Recientemente se presentó su último libro, Nuestro momento, en el Club Náutico de Las Palmas de Gran Canaria.

Dice Ana Larraz que lo que más le gusta es “leer, escribir y hablar con la gente”. Escribe cuando tiene tiempo y dedica muchos fines de semana a viajar por las islas y a mostrar sus libros en distintas librerías. En marzo estuvo en la librería Diama de Arrecife. “Escribir es muy solitario y está muy bien tener este contacto con los lectores y hablar con ellos, es muy gratificante”, asegura.

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