Vacaciones en Paz

El regreso de los ‘hijos’ saharauis

Omar junto a otros niños saharauis en Gran Tarajal.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 22/08/2018 - 08:38

Aunque parezca imposible, el Sáhara también se resintió de la crisis que azotó Occidente hace unos años. “Cayeron en picado las familias que acogían en verano a niños saharauis en el programa ‘Vacaciones en paz’, que organiza el Frente Polisario”, explica Juan Valentín Cabrera, Juambi, el presidente de Saharafuerte, la antigua Amigos del Pueblo Saharaui, recientemente registrada y actual delegación oficial majorera de la Asociación Canaria de Amistad con el Pueblo Saharaui (ACAPS). “Pasamos de una media de diez familias en los 90, cuando comenzó el programa, a dos o tres  en los años duros, de 2007 a 2009. La reactivación de la asociación ha sido también un revulsivo solidario “sobre todo provocado por las visitas a los campos de refugiados de Tindouf, la última en abril, a la que vino mucha gente joven que se ha integrado en la asociación, tras comprobar en primera persona la situación que vive este pueblo”, indica. Este año, incluso, varias familias receptoras se han quedado en lista de espera en Fuerteventura.

Los niños y niñas, que son acogidos en países de todo el mundo durante el abrasador verano del desierto, donde fácilmente se alcanzan los 50 grados centígrados, tienen edades entre ocho y doce años, una franja elegida cuidadosamente para evitar separar a niños muy pequeños de sus familias, pero que cursan aún enseñanzas primarias.

Aunque han surgido críticas e incluso denuncias de ‘secuestro’ de chicas mayores de edad que deseaban establecerse definitivamente en España con sus familias de acogida, Juambi niega que haya habido problema alguno “no ya en Canarias, sino en el programa internacional, en general”. De hecho los menores suelen abandonar, en este caso la Isla, con el corazón dividido por la pena de dejar las comodidades y a sus nuevos amigos y las ganas de reencontrarse con su entorno. “Existen dos supuestos en los que los niños pueden permanecer en el lugar de vacaciones fuera del ciclo de edad: que tengan problemas médicos para los que se ha pedido cita en el SCS, con quien existen convenios para operaciones y tratamientos; y que se decida, por acuerdo de las dos familias, que desarrolle sus estudios en el país de acogida, también a través de convenios con el Ministerio de Interior”.

A Sonia María Martínez, de Corralejo, madre de acogida de Sidahmed Musa, de 11 años de edad, se le quiebra la voz de emoción solo de pensar que deberá separarse de él el 8 de septiembre. “Ha sido un aprendizaje en todos los sentidos”, cuenta, no escondiendo las dificultades de adaptación de los primeros días. “Hubo que lidiar con costumbres diferentes, como ducharse todos los días, darse crema, no tomar tanto té azucarado, e incluso dormir en una cama en lugar del suelo”, explica Sonia, que volvió a llevar al dentista al pequeño, aquejado de caries. El pasado año pasó las vacaciones con una amiga, ahora fuera de la Isla y, en esta ocasión, la familia de Sonia no quiso dejar sin vacaciones al pequeño Sidahmed Musa. “Es muy educado y cariñoso. Al principio le costaba dar abrazos, pero un día, jugando, rompimos el hielo”, indica Sonia, madre de una niña de cuatro años. Su ‘hermano’ de acogida es muy observador, “todo le interesa y lo quiere aprender. Pregunta a qué sabe el cerdo, dónde rezan los católicos, por qué en Argentina, de donde es mi marido, es ahora invierno”.  Y se ha hecho “inseparable” del sobrino argentino del esposo de Sonia, que pasa unos días en Fuerteventura.

“Transmiten transparencia y cariño. Sobre todo creo en lo valientes que son y, que pese a todas las adversidades como pueblo que han sufrido en su historia, no guardan rencor”

La acogida también está siendo una “intensa y extraordinaria experiencia” para Muriel Santana, fitoterapeuta infantil, madre de una niña de cuatro años y vecina de Gran Tarajal, que incluso ha escrito un diario sobre el proceso de acogimiento a Omar, de 10 años. “No me cabe la menor duda de que Omar es un chico excepcional, con carisma, inteligente, don de gentes, responsable y noble. Ya tiene pandilla de la playa con la que da rienda a su pasión, el fútbol. Aunque yo entiendo poco, veo que demuestra habilidad y capacidad en el juego, así que ahora queda con sus amigos por las tardes para jugar al balón”, dice en una publicación en las redes sociales.

Sonia asegura que “como madre”, imagina cómo deben de sentirse las familias al dejar a sus hijos en manos de personas que no conocen y por ello hace todo lo posible por cuidarlo “como si fuera nuestro”. Muriel dice sentir una “enorme gratitud” por esas familias. “Transmiten transparencia y cariño. Sobre todo creo en lo valientes que son y, que pese a todas las adversidades como pueblo que han sufrido en su historia, no guardan rencor”.

Hacer llegar esta percepción del duro destino del Sáhara es, precisamente, uno de los objetivos del programa ‘Vacaciones en paz’, tal como explica Juambi Cabrera. La asociación imparte charlas y realiza encuentros con colectivos y centros educativos para acercar la realidad de este pueblo, vecino de Canarias. “Sobre todo visitar los campamentos de refugiados abre mucho los ojos”, dice Juambi, que diferencia “los pronunciamientos políticos oficiales de los Gobiernos, que no reconocen el Sáhara como país distinto a Marruecos, de la postura cercana y humanitaria, sobre todo en Canarias, donde siempre se ha mostrado una gran solidaridad”.

Desde Saharafuerte se insiste en la precaria situación de los casi medio millón de saharauis repartidos entre los campamentos de Tinduf, en la frontera con Argelia, donde muchos huyeron tras la retirada de España del Sáhara Occidental; los territorios ocupados, “donde las condiciones de sometimiento y colonización hasta de su lengua y su cultura son mucho peores, por parte de Marruecos” y los cerca de 80.000 que viven fuera del Sáhara y envían ayuda.

Aunque existe una Misión de la ONU para el referéndum en el Sáhara Occidental, (Minurso) y la mayoría de países lo apoya, el permanente veto de Estados Unidos y Francia en el Consejo de Seguridad mantiene al pueblo saharaui en condiciones precarias desde la descolonización española. Solo la solidaridad de otras poblaciones, como es el caso de las Islas, las organizaciones humanitarias en la zona y programas como Vacaciones en paz dan un halo de esperanza en la resolución del conflicto.

 

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